CERRAR

Este website está editado por el diario China Daily de la República Popular China, que asume toda la responsabilidad sobre sus contenidos

Desenterrar una civilización con pico y pala
Zhu Yansi (el tercero por la izquierda) es investigador del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias Sociales de China. Lidera un proyecto que estudia la antigua Ruta de la Seda a través de las excavaciones de la antigua ciudad de Mingtepa, en Uzbekistán.

Desenterrar una civilización con pico y pala

Erlitou, Yinxu o Liangzhu figuran entre los grandes hitos de la arqueología china. La disciplina, que entró en las universidades en los años 50, se alía ahora con las ciencias naturales
WANG KAIHAO - 09 Nov 2019 8:42

En 1957, Li Boqian tenía 20 años y estudiaba segundo de Historia en la Universidad de Beijing. Había oído que los arqueólogos viajaban mucho, así que cuando tuvo que escoger su especialidad, lo tuvo bastante claro. Aunque entonces lo no sabía, la profesión iba a acompañarle el resto de su vida”. “Se convirtió en mi destino”, recuerda hoy este jubilado de 82 años, que perteneció a una de las primeras generaciones de arqueólogos chinos que pasaron por la facultad.

Tras el parón impuesto por la Guerra Civil, el país asistió al resurgir de la arqueología poco después de la fundación de la Nueva China, en 1949. La primera excavación se llevó a cabo en 1950 en el condado de Huixian, provincia de Henan, aunque solo trabajaron en ella 10 personas, como recuerda Li. “Así fue como empezó todo”, señala.

Todavía habría que esperar para que la especialidad de arqueología se estudiara en la academia. En 1952, la Universidad de Pekín se convirtió en la primera institución en ofertarla. “Se le concedió mucha importancia a esta disciplina, incluso en los primeros años de la Nueva China, cuando el país todavía atravesaba tiempos difíciles”, rememora Li. “Todos los que se habían formado en las facultades estaban deseando contribuir”.

En la actualidad, las carreras de Arqueología y Conservación del patrimonio cultural pueden estudiarse en más de 100 universidades chinas. Además, en el país existen más de 60 instituciones y 2.000 personas con licencia para dirigir excavaciones.

Según Chen Xingcan, director del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias Sociales de China, los grandes procesos de urbanización que se llevaron a cabo a partir de los años 90, unidos a la construcción de infraestructuras, tuvieron mucho que ver en el desarrollo de la disciplina. “Plantearon nuevos desafíos a la hora de conservar vestigios, aumentaron la demanda de arqueólogos y nos brindaron nuevas oportunidades”, relata.

Las leyes chinas de protección patrimonial obligan a realizar una prospección arqueológica antes de emprender cualquier obra importante. Si en 1980 se llevaban a cabo 100 estudios de este tipo al año, ahora son casi 1.000, señala Wang Wei, director de la Sociedad de Arqueología China.

Contra falsos mitos, evidencias

En 1928, el descubrimiento de las ruinas de la ciudad de Yinxu, en la provincia de Henan, marcó un hito. No solo levantó el velo que se cernía sobre la arqueología china, sino que también ayudó a disipar la leyenda que envolvía a esta dinastía a través de evidencias reales. En esta capital del último tramo de la Dinastía Shang (siglos XVI-XI a.C.) se encontraron los primeros caracteres chinos que se conocen. Aparecieron grabados en numerosos huesos oraculares que se hallaron allí; es decir, en caparazones de tortuga o huesos de animales utilizados para rituales adivinatorios.

“A diferencia de otras civilizaciones antiguas, China tiene la peculiaridad de conservar registros detallados de su historia a lo largo de los tiempos”, explica Li. Prueba de ello son las Memorias históricas, o Sihi, una monumental compilación de documentos que llevó a cabo el historiador de la Dinastía Han Occidental (206 a.C.-24 d.C.) Sima Qian. A día de hoy, continúan siendo una gran referencia para los estudios arqueológicos.

Campanas de bronce desenterradas en la Tumba del Marqués Yi de Zeng, que vivió en el período de los Reinos combatientes (475-221 a.C.). Fueron descubiertas en Suizhou, provincia de Hubei, en 1978. CEDIDA A CHINA DAILY

El libro de Sima Qian recoge que la Dinastía Xia (siglos XXI-XVI a.C.), el primer reino de China que tuvo vastas extensiones de tierra, estableció en su día su capital alrededor de lo que hoy es Luoyang, en Henan. Siguiendo esta pista, los arqueólogos localizaron allí el yacimiento de Erlitou en 1959. Debido a que se trata de las ruinas de una ciudad más importantes de aquella época, una gran parte de la academia china considera que en ese lugar se encontraba la capital de Xia, según indica Wang.

No obstante, Li recalca que las teorías antiguas también condujeron a muchos a desarrollar puntos de vista estereotipados sobre los orígenes de la civilización china y su supuesta ubicación en la llanura central del país. Paulatinamente, fueron localizándose restos no solo en la orilla occidental del río Liaohe, en el noreste, sino en toda la zona central y en los tramos medio y bajo del río Yangtsé. El auge de estos hallazgos, que aparecieron a lo largo de todo el país como estrellas en una noche clara, ha ido cambiando la mentalidad de los arqueólogos.

Las palas de los profesionales han desenterrado vestigios deslumbrantes antes ignorados por la historia, como las ruinas de la ciudad de Liangzhu, en Hangzhou, que datan de hace 5.300 años. Ubicado en la provincia de Zhejiang, este yacimiento es famoso por sus impresionantes piezas de jade ceremoniales, por revelar la existencia de una ciudad palaciega en un estado regional y por su complejo sistema de presas, que se considera el más antiguo del mundo.

Gracias a todo ello, Liangzhu fue nombrada el pasado julio Patrimonio Mundial por la Unesco y se convirtió en uno de los últimos lugares del país que ingresaba en esta lista. Para Liu Bin, director del Instituto Provincial de Vestigios Culturales y Arqueología de Zhejiang, el nombramiento significa además el reconocimiento internacional de la pentamilenaria civilización china.

“Poco a poco fuimos dándonos cuenta de que se formó al unísono, pero con diversidad”, cuenta Wang sobre esta civilización. “Hace unos 5.000 años, comenzaron a proliferar metrópolis y sociedades jerárquicas en todo lo que hoy es China. La zona central destacó como punto neurálgico hace unos 4.500 años. Absorbió distintos elementos culturales, los mezcló y luego extendió su influencia por territorios mucho más amplios”, explica.

De la excavación al laboratorio

Sin embargo, la arqueología va más allá de las ciencias sociales. Para establecer la antigüedad de los restos encontrados, a partir de la década de 1990 la disciplina comenzó a utilizar de forma extendida la datación por carbono 14, cuyo margen de error es inferior al 5%. No obstante, no se trata de la única contribución de las ciencias naturales a este campo de la historia.

“Los arqueólogos aprovechan los descubrimientos de muchas investigaciones relacionadas con las plantas, los animales, el medio ambiente o el cambio climático”, afirma Song Xinchao, subdirector de la Administración Nacional de Patrimonio Cultural. “Cuando compartes los mismos campos de estudio, el rendimiento puede mejorar enormemente. Además, los laboratorios de alta tecnología permiten analizar los detalles de manera más exhaustiva y conservar las piezas en condiciones óptimas”, indica.

La mayoría de los registros históricos ortodoxos que existen de la China antigua se refieren sobre todo a la política de las dinastías, pero las ciencias naturales pueden ayudar a ampliar esa visión. “Antes solíamos centrarnos en estudiar los objetos desenterrados. Ahora prestamos atención al marco general”, señala Chen.

En Liangzhu, por ejemplo, el equipo de Liu trata de saber cómo era la alimentación hace 5.000 años. Desentierran semillas de plantas y huesos de animales y luego los analizan en un laboratorio. También quieren descubrir por qué una civilización tan brillante desapareció hace 4.000 años, para lo que estudian el suelo y el entorno hidrológico de la zona. Quizás así encuentren evidencias que prueben la existencia de una inundación prehistórica.

En otros yacimientos arqueológicos de China también se están aplicando nuevos sistemas y enfoques de prospección terrestre sobre antiguos asentamientos humanos. En algunos casos, se trata de técnicas pioneras en el mundo.