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Como un ‘iPhone’ del siglo XIV
Horno de alfarería en la aldea de Xitou, provincia de Zhejiang. Esta aldea pertenece a la localidad de Longquan, famosa por su cerámica celadón.

Como un ‘iPhone’ del siglo XIV

Desde hace cientos de años, la porcelana china es codiciada como un artículo de lujo. Sinónimo de calidad y buen gusto, antiguamente se transportaba por tierra y mar a diversos rincones del mundo
DENG ZHANGYU Y MA ZHENHUAN - 18 Oct 2023 8:00

¿Cómo sería la jornada laboral de un artesano de cerámica celadón de Longquan hace cientos de años, cuando la porcelana de color verde jade que se hacía en esta ciudad de la provincia de Zhejiang era la más demandada del mundo? Es posible que trabajara día y noche para poder responder a todos los pedidos que llegaban desde Persia, Japón y la India. Probablemente, pidiera ayuda a su familia para asumir semejante carga de trabajo.

La cerámica celadón se ha encontrado en barcos naufragados por todo el planeta, lo que prueba que este tipo de piezas se exportaba a Asia, Europa y África Oriental, explica Liu Ying, director del Museo del Celadón de Longquan. Los envíos alcanzaron su pico durante la dinastía Yuan (1271-1368), cuando el 80% de la cerámica que exportaba China era de color verde y procedía de Longquan. “El celadón era como el iPhone de la antigua China, un producto popular que codiciaban personas de todo el mundo”, ilustra Liu. 

Una reciente exposición del museo que dirige exhibe piezas de porcelana descubiertas en el yacimiento de al-Mataf. Hace milenios, este antiguo puerto de Ras al-Khaimah, Emiratos Árabes Unidos, formaba parte de una de las rutas comerciales más transitadas del mundo. Los barcos solían fondear allí después de entrar en el Golfo Pérsico y las piezas que se han encontrado en sus aguas se parecen a otras 30 que se conservan en el Museo del Palacio de Beijing. 

Así lo demostró un estudio arqueológico de 2018 liderado por Wang Guangyao, experto en porcelana de este museo. Su investigación reveló que las obras encontradas en al-Mataf eran muy similares a las que se hacían en China en aquella época. Tras tres años de excavaciones, Wang asegura que el celadón de Lonqquan y la cerámica azul y blanca eran las más demandadas hace siglos. “Junto con la seda y el té, la porcelana era uno de los tres productos más exportados de China”, recalca. 

Durante la dinastía Tang (618-907), la cerámica china empezó a circular por el mercado extranjero. Diversas gamas de platos, vasijas o jarrones viajaban por tierra y mar, a través de la antigua Ruta Marítima de la Seda, a puntos de todo el globo. Estos objetos, que solo podían comprarse en China, llevaban inscrito el nombre de su país de origen. Hasta principios del siglo XVIII, cuando los alemanes consiguieran replicar la técnica, no era posible conseguir porcelana en otro lugar.

Un puente entre culturas

“La historia de estas exportaciones es también la historia de un intercambio cultural y tecnológico entre China y el resto del mundo”, cuenta Wang. 

Antes del siglo XIV, el país controlaba la producción de alta gama y orientaba su mercado a las ventas. A partir de la dinastía Ming (1368-1644), la porcelana azul y blanca despertó fascinación en el exterior. Tras darse cuenta de que en el Sudeste Asiático había predilección por los kendis –piezas similares a los botijos–, los fabricantes chinos comenzaron a adaptar su obra al gusto de países como Malasia y Tailandia. “Fue un fenómeno de intercambio cultural”, afirma Wang, quien recuerda que por aquella época China estaba llena de comerciantes de Oriente Medio.

A partir del siglo XVI, los hornos de la provincia de Fujian cocían ingentes cantidades de porcelana kraak, una variedad azul y blanca que se elaboraba únicamente para el mercado internacional. Pese a que se trata de una palabra holandesa, se piensa que puede derivar de los barcos portugueses que la transportaban, llamados carracas. En este tipo de vajilla predominaban los cuencos hondos y los platos anchos, que se decoraban por segmentos.

En el siglo XVIII aumentaron los pedidos de porcelana conmemorativa azul y blanca por parte de la realeza y la aristocracia europeas. Estas piezas solían incorporar los escudos de las familias en el centro y se utilizaban para ocasiones especiales. Según Wang, “a través de la porcelana se pueden rastrear las tendencias que hubo en todo el mundo”. Durante la última dinastía Qing (1644-1911), ya bajo influencia occidental, la porcelana china se elaboraba en tonos distintos al verde que había impulsado la dinastía Song (960-1279). Algunos artesanos usaban técnicas de vidriado y esmaltado procedentes de Europa para crear piezas multicolor, del gusto de la familia imperial de la Ciudad Prohibida. 

“La alfarería china tiene 3.000 años de historia y se ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo gracias a influencias de otras culturas”, subraya Wang. 

Guo Canjiang, experto en porcelana del Museo de Henan en Zhengzhou, asegura que este tipo de arte combina a la perfección “lo práctico y lo cultural”. Sirve de puente entre la realidad cotidiana y el mundo espiritual. “El encanto de la cerámica reside en algo más que en su belleza”, sentencia. “Engloba poesía, pintura, caligrafía, literatura, grabado y, hasta cierto punto, refleja también las técnicas más avanzadas que había en la época”.