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Esculturas del tamaño de una oliva
El artesano Xu Jingjian, tallando un hueso de aceituna.

Esculturas del tamaño de una oliva

Tallar huesos de frutos es un arte desde tiempos de la dinastía Song. Una nueva generación de artesanos lo está actualizando
QU YINGPU Y XU XIAOMIN - 20 Sep 2021 9:05

La historia del barco tallado en un hueso es un ensayo que aparece en los libros de texto de los estudiantes chinos. Fue escrito por un sabio de la dinastía Ming (1368-1644) y en él se describe la habilidad que hay que tener para esculpir un barco con pasajeros, tripulación, una tetera y un horno en un pequeño hueso de melocotón. 

Aunque la talla original no puede encontrarse hoy en día, algunos artesanos de la aldea de Zhoushan, situada en Suzhou, provincia de Jiangsu, han vuelto a reproducirla de acuerdo con sus propias interpretaciones. Xu Jingjian, de 36 años, es uno de ellos. Invirtió un mes en esculpir una obra de 4,5 centímetros de largo, sin contar el medio año previo que estuvo investigando y practicando. 

Suzhou, tierra de creadores

En China, los diseños con temática de barcos se consideran el epítome del tallado en huesos de frutos, ya que para conseguir sus intrincadas formas se necesita tener mucha habilidad. Quien quiera adquirir una de estas obras deberá pagar como mínimo alrededor de 2.600 euros. No obstante, si la pieza está firmada por un gran experto, como es el caso de Xu Zhongying, la maestra de Xu Jingjian, el precio podría ascender hasta casi 40.000 euros. 

El arte de tallar huesos de frutos, que se remonta a tiempos de la dinastía Song (960-1279), estuvo especialmente vivo durante las dinastías Ming y Qing (1644-1911). Las personas solían colgar estas pequeñas piezas de sus abanicos, las usaban como complementos de moda o se servían de ellas para ahuyentar a los malos espíritus. Según recogen los documentos históricos, casi todos los intelectuales adinerados de la época tenían un abanico plegable decorado con una de estas tallas.

Desde entonces, Suzhou es conocida por el virtuosismo de sus artesanos, que siguen cultivando este delicado oficio en pueblos como el de Xu Jingjian. Todas las familias de la aldea se dedican al arte de la talla de huesos de aceituna. En esta zona utilizan una variedad especial, típica de la provincia de Guangdong, que tiene un hueso de color uniforme y lo suficientemente grueso como para realizar estos trabajos. Solo se seleccionan los que tienen más de cinco milímetros de grosor. 

La premiada pieza Luz del sol sobre el lago Taihu, de la artista Lu Xiaoqin. CEDIDA A CHINA DAILY

Además, es preciso dejar que se sequen durante al menos tres años antes de empezar a tallarlos. De lo contrario, las esculturas podrían agrietarse mientras los artistas trabajan en ellas. 

Como recuerda Xu Jingjian, el oficio recibió un importante espaldarazo al ser catalogado como patrimonio cultural inmaterial nacional en 2008. Antes de esa fecha, solo gente mayor se dedicaba a este delicado arte. Ahora, gracias al apoyo del Gobierno y a que el oficio está adquiriendo popularidad, muchos más jóvenes acuden a Zhoushan para formarse. En la actualidad hay más de 3.000 artesanos en el pueblo y muchos de ellos no son veteranos.

La llegada de jóvenes talentos ha modernizado la talla de huesos. Por ejemplo, ahora es habitual utilizar retransmisiones en streaming para vender piezas, un recurso que se hizo especialmente popular el año pasado durante la pandemia de la covid-19. Algunos talleres, afirma Xu Jingjian, pueden vender hasta 3.000 tallas después de una de estas promociones. 

Enfoques contemporáneos

Los jóvenes artesanos han traído consigo ideas frescas al oficio, que ya no consiste únicamente en reproducir los diseños tradicionales. Lu Xiaoqin, de 45 años, se ha hecho un nombre en el mundillo al introducir en sus obras efectos lumínicos. En su trabajo más premiado, Luz del sol sobre el lago Taihu, esculpió el interior del hueso en lugar de su superficie, haciendo que un rayo de luz iluminara el conjunto desde la parte superior de la pieza.

“Cada vez veo a más gente joven interesada en esta forma de arte”, señala Lu. Se ha fijado en que los nuevos artesanos quieren ver cosas diferentes y que su gusto es cada vez más diverso. A pesar de que la competencia va en aumento, veteranos como Xu Zhongying, de 65 años, no tienen ninguna intención de retirarse. “Cada hueso tiene una textura y una forma diferente, lo que me anima a enfrentarme a él”, asegura la artesana, que lleva 50 años tallando miniaturas y nunca se ha quedado sin inspiración. “Cuando me siento, enciendo la lámpara y empiezo a tallar, alcanzo la paz. Ese pequeño hueso se convierte de repente en todo mi mundo”.