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La auténtica hora del té
La historia de Jianzhong, en la provincia de Guizhou, está muy unida a la cultura del té, clave en su economía.

La auténtica hora del té

El turismo en torno a la bebida nacional de China ha sacado de la pobreza a muchas poblaciones rurales. Los viajeros desean conocer sus plantaciones y sumergirse en su cultura ancestral
YANG FEIYUE - 27 Ago 2021 8:41

Las raíces del té se hunden en la historia y la cultura de China de forma tan profunda como las de la seda y la porcelana. Usada en la antigüedad con fines medicinales, se considera desde hace mucho la bebida nacional.

Con su libro Clásico del té, escrito durante la dinastía Tang (618-907), Lu Yu contribuyó a que se refinaran los rituales en torno a esta infusión. También a que se convirtiera en un tentempié de éxito más que en un remedio curativo. En la actualidad, las plantaciones de té están generando además un tipo de turismo temático que beneficia a visitantes y a locales. Los viajeros se enriquecen con nuevas experiencias y, los productores rurales, con los yuanes que dejan.

Una experiencia inmersiva

La mayoría de las zonas empobrecidas de China se encuentra en las montañas, donde la tierra no es apta para sembrar cereales, pero sí excelente para el té. El país es tan extenso que en él conviven, además, muchas variedades distintas de la planta, cada una con su sabor diferenciado. Todo ello ha ido forjando una rica cultura en torno a esta bebida que, a su vez, ha generado actividades de ocio alrededor del sector.  

En la localidad de Jianzhong, provincia de Guizhou, las plantaciones de té ofrecen unas vistas espectaculares. Si se presta atención, a principios de abril puede incluso escucharse la risa de algunas recolectoras entre los arbustos. “Ya voy por mi tercera canasta de hoy”, anuncia Lan Jinqin. Está encantada de poder ganarse la vida cerca de casa y de no tener que abandonar su pueblo para trabajar. Con lo que saca del té, cubre los gastos diarios de su familia. 

La plantación que emplea a Lan ocupa más de 840 hectáreas y es una de las nueve principales de Jianzhong, donde la industria ha creado 10.000 empleos. “Aprovechamos el paisaje, la ecología y el turismo rural para que la población local pueda generar ingresos”, explica Liu Feng, secretario del Partido en Jianzhong, que cuenta con una larga tradición cultivando té.

Situada a 1.350 metros de altura, la región se extiende por 232 kilómetros cuadrados. Su paisaje montañoso, sus suaves temperaturas y sus frecuentes lluvias resultan ideales para la planta. Además, su cercanía con Guiyang, la capital de la provincia, y su buena conexión por carretera están atrayendo a numerosos visitantes. Desean saber de primera mano cómo se recolectan las hojas y vivir una experiencia rural completa.

No es el único lugar que ha prosperado gracias a la industria del té. El tejido empresarial y turístico generado por la planta sacó de la pobreza en 2019 a 19.000 personas del distrito de Naxi de Luzhou, en la provincia de Sichuan, y a otras 10.000 en Jiazhuyuan, provincia de Shaanxi. “Hemos descubierto que al público le gustan las experiencias inmersivas”, afirma Zhu Yang, trabajador del Museo Nacional del Té de China. El centro, situado en Hangzhou, provincia de Zhejiang, recibía antes de la pandemia cerca de 600.000 visitantes al año, de los que el 20% eran extranjeros.