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La gran embajadora de la cultura china
Hong Guizhen, maestra artesana, enseña a unos estudiantes la técnica de elaboración del 'hangluo'.

La gran embajadora de la cultura china

Desde hace milenios, la seda ha estado ligada a la historia del país y a sus rutas comerciales. Este tejido único continúa siendo hoy uno de los más codiciados del mundo
XU HAOYU - 03 Ago 2023 14:06

“El sol, como una lanzadera de oro; la luna, como una lanzadera de plata. Se te entregan a ti, y también a mí, para ver quién teje la vida más hermosa”. Estos versos pertenecen a una canción popular china del siglo pasado llamada Las lanzaderas de oro y plata. Aunque hoy apenas se hace, entonces era habitual utilizar este utensilio empleado en los telares como una metáfora del paso del tiempo. Gracias al trabajo de muchos pequeños talleres y manos habilidosas, los recursos que otorga la naturaleza se transforman en espléndidos artículos que son útiles para la vida cotidiana. 

Elaborar seda implica cultivar moreras y criar gusanos de seda, de cuyos capullos se extraen los filamentos que componen el tejido. Se trata de una de esas actividades que, incluso hoy, continúa siendo arcaica: sigue existiendo en una época en la que no abunda la paciencia.

La humanidad lleva tejiendo seda –llamada si en chino– para hacer tejidos durante más de 5.000 años. Hace mucho tiempo, cuando la primavera daba paso al verano, el Gran Canal estaba entraba en ebullición. Este vasto sistema de vías fluviales, que conectaba Beijing con Zhejiang, era un hervidero de barcos que transportaban delicadas telas. El preciado cargamento tardaba dos meses en llegar a la capital. Allí se transformaba en túnicas frescas y ligeras, el atuendo preferido de funcionarios y nobles.

Símbolo de estatus

La seda también ha desempeñado un importante papel en las relaciones de China con el resto del mundo. La Ruta de la Seda, una red de vías comerciales que conectaba Oriente y Occidente, nació durante la dinastía Han (206 a. C.-220 d. C.) y propició el intercambio de bienes, ideas y prácticas culturales. La seda china era uno de los productos que más se comercializaban. Viajaba hasta Roma y, por el camino, iba convirtiéndose en símbolo de riqueza y estatus para muchas culturas.

Prendas de hangluo, una variedad de seda que se elabora en Hangzhou, provincia de Zhejiang. CEDIDA A CHINA DAILY

“La seda tiene un trasfondo histórico particularmente profundo y muchas capas culturales. Se trata de un importante símbolo de la civilización china, que se ha utilizado para exportar la cultura china desde la antigüedad y sigue haciéndolo a día de hoy”, cuenta Wang Hairong, directora de la compañía China Silk Dijin, subsidiaria de China Silk Corporation. “Es un tejido que combina la belleza del arte y de la tecnología”, señala.

Tanto la artesanía de la seda como la sericicultura –el proceso de fabricarla y producirla– son desde 2009 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. En la cultura china de la seda, tejidos como el ling, el luo, el chou y el duan representan la evolución de las técnicas de producción textil a lo largo de los diferentes períodos históricos. Pese a que todas tienen su origen en los gusanos de seda y se refinan a través de telares, al final del proceso presentan un tacto y textura diferentes.

‘Luo’, una técnica muy exigente

La técnica de luo, que genera tejidos calados y más transpirables,destaca por su particular nivel de exigencia. Su origen se remonta a algún momento del período de la Primavera y el Otoño (770-476 a. C.) o del período de los Reinos Combatientes (475-221 a. C.), aunque su popularidad aumentó durante la dinastía Song (960-1279). Por aquel entonces, los rituales oficiales requerían vestirse con impresionantes tejidos de seda lisa que se elaboraban en Hangzhou y que se denominaban hangluo.

Este tipo de seda era especialmente codiciado por la excelente calidad de sus materias primas –el clima templado de la región era ideal para el cultivo de la morera– y por la refinada técnica que requería.

La seda procedía de moreras que se alimentaban de la tierra y el agua del área de Qiantang. Luego se sometía a un proceso que implicaba remojar, enrollar, deformar y enhebrar los lizos y las cañas, así como encerar y agitar la urdimbre antes de que pasara por el telar. Después, la áspera tela se ajustaba y se teñía hasta que se convertía en la exquisita gasa hangluo.

Durante la época dorada del hangluo, miles de hogares participaban en su elaboración a lo largo de toda la cadena de producción, sobre todo en la zona de Genshanmen, en Hangzhou. Pese a que el telar que se utilizaba para crear este tejido ha sufrido varias transformaciones a lo largo del tiempo, su elaboración continúa requiriendo mucha habilidad manual en la actualidad.

Mantener vivo el legado

En la era de la producción industrial, heredar una técnica de artesanía tradicional no es algo sencillo, asegura Zhang Chunqing, director de la Organización para la Conservación del Hangluo. Antes de empezar a tejerlo, se necesita invertir casi un mes para preparar los hilos de urdimbre y la trama.

“Seguimos unos pasos muy parecidos a los que se utilizaban en la dinastía Song: remojamos la seda en agua limpia y le añadimos una formula ancestral secreta. Tarda entre 25 y 28 días en estar lista y solo entonces podemos tejerla. Como resultado, se obtiene una tela liviana, suave, fresca y cómoda”, relata.

Zhang, de 44 años, se dedica en los últimos tiempos a proteger y difundir esta técnica. “Hemos construido un telar especial que permite llevar el hangluo a las escuelas”, cuenta. “De esta manera, los niños pueden probar el método en primera persona, lo que permite que lo entiendan de manera más intuitiva”.