Una chimenea asoma detrás de la fachada de estuco rojo del Centro de Arte Contemporáneo Ullens (UCCA). Delata que antes había una fábrica. Estamos en la Zona Artística 798 de Beijing, un barrio con pasado industrial convertido hoy en el epicentro de la creación contemporánea de la capital china.
El museo, recientemente renovado y ubicado en el corazón de esta área, fue inaugurado en 2007 y ha crecido hasta contar con una plantilla de 1.400 trabajadores. Se tiraron los tabiques de la planta baja del edificio original. Hoy la estructura se apoya únicamente en pilares de contención y en envolturas de vidrio, que permiten a los visitantes tener una visión más amplia del espacio. “Se trata de establecer conexiones, de derribar muros”, afirma el director del centro, Philip Tinari, para quien el barrio tiene mucho que ver con el reconocimiento que ha adquirido el arte contemporáneo chino en el mundo.
La transformación del UCCA refleja los cambios que se están produciendo en este enclave, que ha pasado de ser un imán para creadores a convertirse en una referencia en el panorama artístico internacional. “Los artistas de Beijing comenzaron a acudir a la zona porque aquí podían acceder a estudios y a salas de exhibición asequibles”, recuerda Paul Gladston, profesor de arte contemporáneo en la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney. Según afirma, la Zona Artística 798 no nació como consecuencia de una cuidadosa planificación a largo plazo, sino en gran parte como fruto de casualidad. “No obstante, ha propiciado la creación de barrios artísticos en toda China, tanto gubernamentales como privados, que han fomentado el desarrollo urbano e impulsado las industrias culturales”, señala.
Un modelo para otras ciudades
Desde que empezó a cosechar fama por primera vez gracias a su comunidad de artistas, a principios de la década de 2000, la zona ha crecido hasta alcanzar una extensión de casi 300.000 metros cuadrados. De acuerdo con los datos de la administración local, esta área del distrito de Chaoyang concentra en la actualidad más de 500 estudios de arte, galerías, instituciones y establecimientos culturales de 25 países y regiones.
También han proliferado los restaurantes, los cafés, las librerías y las pequeñas tiendas, que han sumado a la hora de convertir la zona en una de las principales atracciones de Beijing. El Gobierno y las empresas colaboran en esta zona para impulsar instituciones culturales, algo que, según Tinari, ha resultado ser un exitoso modelo de gestión. “Muchas ciudades chinas que quieren insuflar una nueva vida a sus antiguas instalaciones industriales miran con envidia a la Zona Artística 798”, asegura el director del UCCA. “Sigue siendo un símbolo de la apertura cultural del país”.
Wang Yanling, responsable de la empresa Beijing Sevenstar Huadian Technology Group Co., que opera en el 798, recuerda que la zona acoge la mayor concentración de instituciones de arte contemporáneo de China. Según indica, constituye un trampolín único para fomentar la influencia del país en los circuitos internacionales. Solo el año pasado atrajo a más de 8,08 millones de visitantes chinos y extranjeros, incluidos jefes de Estado y otros mandatarios. “Beijing es ahora mismo una de las cinco ciudades más importantes del mundo dentro del panorama del arte contemporáneo”, afirma Wang, para quien este barrio desempeña un papel clave en el diálogo artístico entre Oriente y Occidente.
Creciente peso en el extranjero
Tinari está de acuerdo. Recuerda que en la feria internacional de arte contemporáneo Art Bassel, que se celebra todos los años, el 60% de las galerías chinas procedían de la Zona Artística 798. “Lo interesante del arte contemporáneo chino es que ha dejado de ser una novedad. Ya pasó por eso a finales de los 90 y a principios de los 2000, pero ya no estamos en esa fase. Ahora ostenta una importante porción de la tarta del mercado mundial y cuenta con algunos de los centros más importantes a escala internacional”, relata.
Según Gladston, el profesor de arte contemporáneo, se han producido dos grandes cambios en la escena artística del país en las últimas décadas. “Por un lado, el arte contemporáneo chino se ha afianzado como un fenómeno significativo en todo el mundo, cultural, social y políticamente. Por otro, los artistas del país cada vez se sienten más seguros a la hora de reivindicar su identidad cultural”, indica. Para Gladston, que ha escrito mucho sobre el tema, una de las claves que explican el fenómeno es que, como consecuencia de la globalización, el poder cultural, económico y político se ha desplazado desde Occidente y desde el Norte hacia Oriente y hacia el Sur.
Qiu Zhi, decano de la Escuela de Arte Experimental de la Academia Central de Bellas Artes de China, opina que los artistas contemporáneos del país con peso en el panorama internacional, como Cai Guoqiang, ganador del León de Oro en la 48 edición de la Bienal de Arte de Venecia, son todavía un grupo reducido. “Los coleccionistas chinos tienen que prestar más atención a los creadores jóvenes y emergentes”, asegura Qiu, también profesor en la Escuela de Arte Interdisciplinar de la Academia de Arte de China. “Aún así, la Zona 798 continúa siendo una parada obligada para cualquiera que aspire a entender cuál es el lugar que ocupa hoy en el mundo el arte contemporáneo chino”.