Todos los niños chinos aprenden en el colegio que la civilización de su país tiene 5.000 años de historia. No obstante, casi siempre ha habido problemas para demostrar este dato. Hasta ahora.
El hallazgo de una gran pieza de jade tallado en las ruinas de la antigua ciudad de Liangzhu, situada en la actual ciudad de Hang-zhou, en la provincia de Zhejiang, confirmó por fin las hipótesis. Las pruebas de datación por carbono 14 que se aplicaron a este artefacto revelaron que cuenta con 5.300 años de antigüedad.
Pertenece a un tipo de artilugios de jade en forma de tubo con una sección interior circular y otra exterior cuadrada a los que se llama cong. Por su enorme tamaño y sus 6,5 kilos de peso, fue bautizado como el Rey de los cong. No solo se trata de uno de los más grandes encontrados en Liangzhu, sino también el que presenta una de las decoraciones de emblemas sagrados más complejas y una talla más delicada.
Ahora, el Rey de los cong ha multiplicado su fama gracias a la inscripción de las Ruinas Arqueológicas de la ciudad de Liangzhu en la lista de la Unesco. El comité seleccionador lo anunció el pasado 6 de julio en Bakú, Azerbaiyán, y desde entonces se ha convertido en la posesión china número 55 incluida en la lista.
No obstante, el yacimiento alberga mucho más que tallas de jade. El área central de la ciudad abarca 14,3 km2 en el distrito de Yuhang e incluye 11 presas y varios cementerios. Todo ello lleva allí más de cinco milenios. Se ha demostrado que la ciudad estuvo habitada durante unos 1.000 años.
Según la Unesco, “las ruinas de Liangzhu (3.300-2.300 a.C.) revelan que existió un antiguo Estado en la China neolítica tardía que tenía un sistema de creencias unificado y que se basaba en el cultivo del arroz. “Es un magnífico ejemplo de civilización temprana, como puede comprobarse en sus monumentos, su planificación urbana, sus sistemas de conservación del agua y en sus enterramientos jerarquizados”.
Un ejército de albañiles
Los estudios dirigidos por Liu Bin, director del Instituto provincial de Reliquias y Arqueología de Zhejiang, revelan que solo la sección interior de la ciudad ocupaba 2,8 km2, una superficie cinco veces mayor que la de la Ciudad Prohibida de Beijing. La parte exterior alcanzaba los 6,3 km2.
Se trata de las ruinas más grandes que se conservan en el mundo de ese período histórico. Sin duda, fue una de las mayores ciudades que hubo en la época. La parte central de Uruk (5.800-4.000 a.C.), su equivalente mesopotámico en el actual Irak, apenas cubre 810.000 m2. “Resulta fácil imaginarse lo imponente que fue”, se admira el director del instituto arqueológico.
Sin embargo, a Liu no le resultó sencillo determinar hasta dónde se extendían los límites de la urbe. Tras miles de años de actividad humana, el paisaje del yacimiento se ha visto muy alterado, por lo que su equipo recurrió a aviones no tripulados y a un mapa satelital de teledetección para dibujar su perímetro. “A veces nos colocábamos en la terraza central y nos preguntábamos cómo habríamos diseñado la urbe si hubiéramos sido los reyes de entonces”, explica Liu.
En 2007, las excavaciones desvelaron que las murallas del recinto, levantadas en barro con cimientos de piedra, tenían un grosor de entre 20 y 100 metros. Chen Tong-bin, director del Instituto de Historia de la Arquitectura, que está afiliado al Grupo de Diseño e Investigación de Arquitectura de China, estima que se utilizaron 10 millones de metros cúbicos de tierra para levantar la urbe y su sistema de represas, el doble de lo que se empleó en las pirámides de Giza, aunque en este caso fueran piedras. “Pudo haber perfectamente 4.000 personas trabajando en las obras durante una década”, aventura.
Objetos con poder simbólico
En 1936, se excavaron más de diez yacimientos neolíticos y se encontraron distintos objetos de cerámica negra. En la década de 1950 salieron a la luz piezas similares en la provincia de Jiangsu y en Shanghai, alrededor del lago Taihu. Todo ello condujo a los arqueólogos a acuñar el término “cultura Liangzhu” para describir esta civilización.
Sin embargo, no fue hasta 1986, momento en que se celebró en Hang-zhou el 50 aniversario del descubrimiento de esta cultura, cuando Liu y sus colegas hallaron el Rey de los cong. Apareció en un cementerio bajo tierra durante la construcción de una fábrica en Fanshan.
“Nunca esperé encontrar semejante pieza de jade”, afirma Liu. Allí afloraron también 11 tumbas con 1.200 objetos, el 90% de ellas de ese material. Al año siguiente, se desenterraron 12 más en Yaoshan, junto a otros 700 artilugios. “Aquello nos ayudó a entender el significado cultural del jade”, asegura Liu, para quien el descubrimiento inauguró una nueva era.
Desde entonces se sabe que en Liangzhu adoraban a una deidad con forma humana montada sobre una máscara animal, cuya representación se repite en todos los artículos de jade. Liu cree que simboliza a un reino gobernado por una autoridad que aunaba divinidad y realeza.
“Las piezas de Liangzhu revelan que existía una intención de conquistar la naturaleza, no eran meros objetos decorativos”, afirma Liu, para quien el jade funcionaba como un indicador de estatus social. Se cree que el Rey de los cong perteneció a algún alto gobernante que además tenía poder religioso.