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Los bordados de la etnia Shui traspasan fronteras
Song Shuixian muestra a su nuera Wu Yongzhi cómo bordar con cola de caballo. Wu ejerce de profesora de inglés y se ha comprometido a enseñar a sus alumnos esta técnica de confección como si fuera una actividad extracurricular más.

Los bordados de la etnia Shui traspasan fronteras

Song Shuixian ha rescatado estos olvidados diseños de hilo de cola de caballo y apuesta por incorporarlos a la moda de lujo y a otras marcas convencionales
YANG JUN - 13 Abr 2018 8:19

El bordado de cola de caballo de la etnia Shui, especial por su colorido y sus intrincados patrones, forma parte del patrimonio cultural intangible de China. La diseñadora de 53 años Song Shuixian es su gran valedora: está empeñada en darlo a conocer a un público más amplio. La ropa que confecciona se compone de flores que asoman por el cuello, dragones que se retuercen en los bordes de las mangas y diseños entrelazados que adornan los pantalones. La textura y los hilos para elaborar estos bordados son de una extraordinaria calidad.

Como muchas jóvenes de su comunidad, aprendió a coser con las crines de un caballo de su madre. Más tarde perfeccionó el oficio gracias a su suegra y a la madre de ella, en Bangao, la ciudad natal del bordado de cola de caballo, ubicada en el condado de Sandu (provincia de Guizhou). "A finales de la década de los ochenta era frecuente ver en mi aldea a mujeres de todas las edades cosiendo en la puerta de su casa, debajo de los árboles, incluso mientras acunaban a bebés; siempre y cuando no fuera temporada de trabajar en el campo", dice Song.

El punto de inflexión llegó en 1988, cuando se dio cuenta de que el oficio corría peligro. Se enteró de que un extranjero quería comprar un bordado por un precio diez veces mayor de lo habitual. Fue entonces cuando decidió hacer todo lo posible para preservar el patrimonio heredado de sus antepasados. Su plan pasaba por hacer acopio de bordados, coser nuevos y venderlos.

El bordado de cola de caballo del grupo étnico Shui es patrimonio cultura intangible en China. Y la aldea de Bangao en el condado de Sandu, provincia de Guizhou, su ciudad natal. CEDIDA A CHINA DAILY

Comenzó comprando piezas vintage a gente del pueblo para con ellas crear un museo privado. Lo logró en 2010. Dos años antes había reunido a un grupo de mujeres de la etnia Shui con habilidades para coser este tipo de bordados. Las costureras pasaron de vender sus diseños en mercadillos a hacerlo en una tienda de Song. En 2010 fundó su propia empresa y se lanzó a estampar los intrincados dibujos en moda de lujo y bolsos.

"Fui pionera en incorporar el bordado de cola de caballo en la ropa". Antes, estos diseños solo se veían en mochilas portabebés y baberos. Song se dio cuenta de que los bordados tenían cabida en la ropa del día a día, incluso en marcos de fotos y cuadernos, lo que hizo que aumentara su valor comercial.

La misión de Song consistía en dedicarse a la artesanía tradicional y al mismo tiempo dar visibilidad a las mujeres del grupo étnico Shui. En las últimas dos décadas, Song ha contratado a 20 mujeres de la zona, que han podido ganarse la vida y mantener a sus familias.

Wei Niang, una costurera que ha trabajado con Song durante diez años, dice que su jefa nunca ha dejado de pagar a sus empleadas, incluso cuando no tenía dinero. Si está contenta con el trabajo de alguien, le recompensa con un bonus. "Sabe valorar el buen trabajo", dice Wei.

Alta costura y marcas convencionales

La familia es un importante apoyo para Song. Su hijo menor, Wei Zutao, es responsable del desarrollo de nuevos productos en la empresa. Este antiguo creador de dibujos animados de 29 años ve dos potenciales mercados: la alta costura y la moda para el público general. Con ello alude a casas como Gucci y Dior y a minoristas más convencionales como Zara. Wei busca expertos en este tipo de bordado para que se incorporen a la marca y colaboren en crear un producto que atraiga a los jóvenes.

La nuera de Song, Wu Yongzhi, de 29 años, es su asistente a tiempo parcial. Esta profesora de inglés quiere llevar la artesanía tradicional al aula y enseñar a sus alumnos a coser, como una actividad extracurricular. A pesar de que aprendió el oficio hace solo cinco años, está comprometida a transmitir su conocimiento a los alumnos.

El sueño de Song era demostrar el valor estético y comercial de los bordados cuando cumpliera 60 años. Ahora que su deseo se ha cumplido, tiene dos más: encontrar una mejor localización para el museo, que alberga 10.000 piezas de bordado de cola de caballo, y una escuela donde enseñar a los jóvenes a coser.

Liu Yinglun ha contribuido a esta información.