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Shanghai, un refugio seguro al otro lado del mundo
Parte de la exposición 'La antigua patria del exilio: Shanghai y los refugiados judíos', que puede visitarse en Nueva York hasta el 14 de agosto.

Shanghai, un refugio seguro al otro lado del mundo

Entre 1933 y 1941, la ciudad china acogió a más de 20.000 judíos que huían de la Alemania nazi. Una exposición en Nueva York recuerda su historia
MINLU ZHANG - 09 Ago 2023 12:20

En 1939, la familia Kracho acudió a una agencia de viajes cuando intentaba escapar de la Alemania nazi. Allí les informaron de que, gracias a una reciente cancelación, había disponibles dieciséis billetes. “¿Dieciséis billetes a dónde”, preguntó el señor Kracho. “A Shanghai, China”, le respondieron.

Los Kracho compraron los pasajes. En marzo de ese mismo año, se embarcaron en un trasatlántico alemán rumbo a la ciudad china para emprender un viaje que duraría ocho semanas.

“Un nuevo país, un nuevo mundo”, recuerda Ellen Kracho, que nació en Shanghai durante la Segunda Guerra Mundial y creció en Nueva York.  “La cultura, el idioma, la comida, el clima: todo era diferente. Completamente diferente”.

Entre 1933 y 1941, más de 20.000 judíos apátridas se refugiaron en Shanghai huyendo del Holocausto. Según explica Huang Ping, el cónsul general chino de Nueva York, la ciudad era uno de los pocos lugares del mundo donde se les acogía. Así lo recordó el pasado 1 de agosto en la inauguración de la exposición La antigua patria del exilio: Shanghai y los refugiados judíos, que tuvo lugar en un local del centro de Manhattan. Con motivo de la muestra, varios supervivientes y algunos de sus descendientes, compartieron su historia familiar.

La exposición, que puede visitarse hasta el 14 de agosto en el rascacielos 28 Liberty Street, ubicado en la calle del mismo nombre y propiedad de la multinacional china Fosun, está organizada por la Asociación para la Amistad del Pueblo de Shanghai con los Países Extranjeros y gestionada por el Museo de los Refugiados Judíos de Shanghai.

Acoge más de 200 fotografías y cerca de 30 reproducciones de recuerdos de la época, así como vídeos y testimonios en primera persona de refugiados judíos en China y de sus descendientes.

En el verano de 1938, representantes de 32 países se reunieron en Francia y la mayoría de ellos –incluidos Estados Unidos y Reino Unido– acordó no acoger a más refugiados judíos en su territorio. En aquella época, el rabino Arthur Schneier, que sobrevivió al Holocausto y ahora tiene 93 años, se puso en contacto por primera vez con un diplomático chino, que acabó concediendo miles de visados.

“Muchos de ustedes y muchos de sus padres sobrevivieron gracias a este héroe”, afirmó en la inauguración. “Excepto mi madre y yo, todos en mi familia acabaron en Auschwitz y nunca les volvimos a ver con vida”, rememoró.

Ho Feng-shan, que fue cónsul general de la República de China en Viena desde 1938 hasta 1940, concedió muchas visas a judíos que querían escapar de Austria tras el Anschluss, la anexión alemana del país. Gracias a su ayuda, cerca de 2.000 refugiados judíos consiguieron escapar de Austria y poner rumbo a Shanghai y otros lugares. Entonces, aquellos documentos eran conocidos como “visados de vida”.

Jerry Lindenstraus y su padre fueron unos de los refugiados alemanes que huyeron a la ciudad china en esa época. Nacido en Alemania en 1929, Lindenstraus tuvo una buena vida hasta 1938. Un año más tarde, embarcó junto a su familiar en uno de los últimos botes alemanes que zarparon hacia Shanghai, donde vivió durante siete años y medio. “No sé cómo mi padre y esa otra gente descubrieron que había un lugar en el mundo al que huir, y que ese lugar era Shanghai”, señala.

Lindenstraus tiene hoy 94 años y quiere recordar a todos los refugiados judíos alemanes y austriacos que corrieron su misma suerte: “Fueron 18.000 los que llegaron a Shanghai entre 1938 y 1941, más de los que desembarcaron en cualquier otro país del mundo. Repito: 18.000”.

Al igual que su padre, este superviviente no se enteró en el momento de lo que estaba sucediendo en Europa, donde fueron asesinados seis millones de judíos. Sin embargo, tal y como se ha encargado de contar a sus nietos, sabe que si no hubiera escapado a Shanghai hoy no estaría vivo. 

Se estima que, durante la Segunda Guerra Mundial, nacieron en Shanghai más de 400 niños judíos, a los que se llamó “bebés de Shanghai”. Ellen Kracho fue una de ellos.

Llegó al mundo en la ciudad china en 1947 y en su certificado de nacimiento puede leerse: “Nacionalidad: apátrida”. Su familia vivió en Shanghai durante 10 años y luego se trasladó a Israel durante otros tres, mientras esperaba que le llegara la documentación para poder entrar en Estados Unidos.

Kracho y su marido son hoy bisabuelos. Tienen dos hijos, cinco nietos y un bisnieto de un año. “Quiero dar las gracias a los chinos que nos acogieron en Shanghai. De no haber sido por ellos, ninguno de nosotros estaría hoy aquí”, recalcó en la inauguración de la muestra. “De corazón, gracias”.

“Existen muchos factores que nos unen a chinos y a judíos. Tenemos una afinidad natural y compartimos similitudes que nos hacen entendernos los unos a los otros de forma bastante fácil. Sin embargo, lo más importante es que ambos respetamos la diversidad y apreciamos la belleza que hay en las diferencias”, recalcó el cónsul general Huang. “La historia nos ha enseñado que el diálogo y el intercambio pueden reducir el sufrimiento humano y contribuir al bienestar de las personas. Sabemos que, como habitantes de un mismo planeta, necesitamos caminar juntos y no dividirnos”, añadió.

Con información de Xinhua

Más información en el siguiente enlace:

https://www.chinadaily.com.cn/a/202308/04/WS64cc8611a31035260b81a53f.html