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Un arte milenario que no pasa de moda
Pirograbados de Niu Chengguo sobre calabazas de botella. 

Un arte milenario que no pasa de moda

Niu Chengguo lleva cuatro décadas dedicándose al pirograbado de calabazas, un oficio que ya es patrimonio inmaterial de Beijing
YANG FEIYUE - 08 Abr 2022 8:05

Niu Chengguo se sintió más que orgulloso cuando se enteró de que un invitado especial de rango internacional había apreciado el valor de su obra, hecha a mano. A finales de enero, una de sus calabazas de botella pirograbadas acabó en manos de Juan Antonio Samaranch Jr., presidente de la comisión de coordinación del Comité Olímpico Internacional para Beijing 2022, a quien se le hizo entrega del objeto durante su visita a la Villa Olímpica en el distrito de Chaoyang de la capital china. “Cuidaré de este regalo único”, aseguró tras dar las gracias.

En este tipo de calabazas, Niu suele dibujar ciruelos en flor, orquídeas, bambú y crisantemos, cuatro de los temas preferidos históricamente por los pintores y calígrafos chinos. A estas cuatro plantas se les atribuye fortaleza, fragancia y tenacidad, cualidades relacionadas con la fuerza de voluntad y la capacidad para superar dificultades. 

En concreto, la obra con la que se obsequió a Samaranch incluía orquídeas, que simbolizan riqueza, paz, fortuna y buena voluntad. “Al principio barajamos muchos diseños, pero nos decidimos por este para reflejar la cultura tradicional china, sus virtudes y su espíritu humanista”, explica el artista, que procede del distrito de Shunyi. La parte superior de la calabaza se convirtió en una cabeza de dragón, en alusión a la nación china, elemento al que se le añadió un nudo decorativo rojo, talismán de la buena suerte. 

Niu, de 56 años, lleva cuatro décadas dedicándose al pirograbado de calabazas de botella, un oficio que el Gobierno de Beijing convirtió en patrimonio inmaterial local en septiembre. La técnica del quemado nació hace más de 2.200 años, en tiempos de la dinastía Qin (221-206
a. C.), aunque no fue hasta el final de la Ming (1368-1644) cuando comenzó a aplicarse sobre estos frutos, que los chinos vinculan con el buen agüero. En la antigüedad, los médicos usaban calabazas para guardar medicamentos y las colgaban frente a sus clínicas, lo que las convirtió en símbolo de la medicina tradicional. Además, debido a su cantidad de semillas, se asocian con la descendencia y las buenas cosechas.