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Una muestra de artilugios explica el milagro chino
Song Zhenzhong, un coleccionista de objetos antiguos, junto a unos niños en la muestra que ha organizado en Beijing.

Una muestra de artilugios explica el milagro chino

Vales de comida, ábacos o televisiones en blanco y negro son algunos de los objetos cotidianos que rememoran los últimos 40 años del país
ZHAO YIMENG - 01 Abr 2019 15:51

Song Zhenzhong, un anticuario de 55 años, comisarió el pasado octubre una exposición de objetos antiguos en una biblioteca en el distrito Dongcheng, en Beijing. La muestra comprendía un sinfín de objetos cotidianos como televisores en blanco y negro o cupones de comida correspondientes a las últimas cuatro décadas. Este evento cultural fue uno de los muchos que Song ha organizado con motivo del 40 aniversario de la reforma y apertura de China.

Song desciende de la sexta generación de las Ocho Banderas de los manchú, una división administrativa de la dinastía Qing (1644-1911) en Beijing. Sus padres vendían bayas de espino confitadas en un puesto de la calle. Song aprendió muy pronto a preparar estos dulces conocidos en China como tanghulu y les ayudaba en el negocio.

El anticuario comenzó a coleccionar objetos curiosos como una forma de entretenimiento cuando tenía 13 años. Cuatro décadas después posee cuatro museos que albergan piezas como espejos de bronce y sombreros de tiempos de la dinastía Qin (221-206 a. C) hasta la Qing. Su amplia colección le ha permitido organizar una decena de exposiciones el pasado año. “No me gusta dar conferencias a través de un ordenador. Prefiero la cercanía con la gente”, afirma mientras acompaña a un grupo de estudiantes durante la visita a la muestra. “Con mi colección quiero contribuir a la cultura tradicional y dejar un legado a mis descendientes”, cuenta este hombre criado en un barrio tradicional de Beijing.

Internet ha facilitado el trabajo a los coleccionistas. Cuando en China regía una economía planificada, la gente usaba cupones para obtener de todo, desde alimentos hasta electrodomésticos. Los vales de comida operaban como papel moneda. Desde la década de 1950 hasta la de los ochenta, un periodo de gran escasez, las cartillas aseguraban que cada familia recibiera una asignación de comida.

De pagar con vales a hacerlo con el móvil

Los cupones de comida garantizaban unos mínimos en tiempos de carestía. “Mi abuelo y yo hacíamos cola para comprar cupones de arroz el 24 de cada mes con el salario que mi madre recibía ese día. Administrábamos la comida con celo, de lo contrario no teníamos suficiente para todo el mes”, afirma la sexagenaria Wang Yuxia, que se crió en Beijing. “En un cuaderno se registraba la cantidad de arroz y aceite que cada familia percibía. Nosotros, que éramos cuatro, contabilizamos 59 kilos al mes. La última entrada en el libro de cuentas data de junio de 1993”, explica.

Los cupones de comida, antes tan importantes, forman hoy parte del pasado. ZHAO YIMENG / CHINA DAILY

La renta per cápita de los habitantes de las ciudades ha aumentado notablemente en las últimas cuatro décadas. Ha pasado de 171 yuanes (22 euros) en 1978 a 3.268 euros en 2017. “El dinero en metálico reemplazó a los cupones como forma de pago. El cambio llevó tiempo, fue gradual”, explica Wang. “Hubo una época en que usaba tanto vales como efectivo. Ahora pago con el móvil”, ilustra.

Un crecimiento imparable

Según el Buró Nacional de Estadísticas, el coeficiente de Engel –mide la proporción de gasto que un hogar destina a alimentos– cayó en China a 29,3% en 2017, un tercio más bajo que en 1978, lo que indica un aumento en el nivel de vida. Cuanto más pequeño es el índice, más próspero es el país.

Cuatro décadas de reforma y apertura han mejorado la vida de millones de ciudadanos y han ayudado a que China se convirtiera en la segunda economía del mundo. El PIB ha pasado de 48.420 millones de euros en 1978 a casi 11 billones en 2017. La tasa de crecimiento anual ha sido del 14,5%. En 2017 China contribuyó a un 16% del crecimiento de la economía mundial. Hace cuarenta años esta aportación fue del 1,8%.

Un casete para aprender inglés forma parte de la exposición. CEDIDA A CHINA DAILY

Li Yan, una consultora de tecnología de la información de Beijing, asistió a la exposición. “Los bienes extranjeros han tenido un gran impacto: han impulsado la innovación de productos e ideas”, dice. “Cuando era niña los autobuses pasaban cada 30 minutos y venían hasta arriba. Era muy difícil ir a la escuela. Ha habido un gran cambio en el transporte”, asegura.
En este tiempo ha cambiado el sistema de pago. Se ha pasado de billetes de papel a tarjetas electrónicas. Ahora incluso se paga con el móvil. En 2017 el Transporte Público de Beijing operaba 26.363 vehículos. En 1978 gestionaba 3.315. Se han añadido 739 rutas a las 119 que funcionaban entonces.

Li recuerda cómo le sorprendió la red de metro y trenes de alta velocidad cuando visitó Europa por primera vez hace 20 años. “Hace poco estuve en Italia por trabajo. Mi colega de allí me pidió que no me riera del metro de Roma. Pensaba que debido a los grandes cambios que ha habido en China, iba a encontrar la red italiana un tanto vieja”.

Yin Mingxian, un contable de Beijing, pasó por la muestra. Lo que más le llamó la atención fue un ábaco. Este instrumento para realizar operaciones matemáticas se inventó en la dinastía Song (960-1279) y todavía se usa por su precisión y conveniencia. “Cuando empecé a trabajar en los noventa, teníamos calculadoras, pero aún usaba un ábaco. Lo consideraba más preciso”, rememora riéndose. El zhusuan (ábaco) es patrimonio inmaterial de la Unesco desde 2013.