CERRAR

Este website está editado por el diario China Daily de la República Popular China, que asume toda la responsabilidad sobre sus contenidos

Vestidos por los peces del río
Sun Yulin, maestro de la artesanía en piel de pescado, trabajando. 

Vestidos por los peces del río

El grupo étnico hezhe, uno de los más reducidos de China, lleva confeccionando ropa con la piel de pescado desde hace mil años
XU HAOYU - 23 Oct 2020 8:57

“La piel del pescado es tan suave como la de cualquier otro animal. Sus hermosos colores reflejan la magnificencia de la luz del sol. Confecciona trajes y calcetines con ella: es el brocado concedido a los pescadores”.  El poeta de la dinastía Qing (1644-1911) Shen Zhaoshi elogiaba así la belleza y versatilidad del cuero de pez, que el grupo étnico hezhe, uno de los más reducidos de China, lleva utilizando para vestirse durante al menos 1.000 años.

De las 5.354 personas que integraban este grupo en 2010, 3.613 vivían en la provincia de Heilongjiang, en el extremo nororiental del país. De hecho, hezhe puede significar tanto “gentes del este” como “gentes que viven a lo largo del río”. Su vida ha girado en torno a la caza y la pesca desde hace 6.000 años.  

Diseñado para resistir

La ropa elaborada con piel de pescado –generalmente a partir de carpas, lucios, esturiones y salmones keta– es resistente al agua y no se desgasta, lo que permite a los integrantes de esta etnia desenvolverse en un medio natural hostil. También pescar y cazar en condiciones climáticas extremas.  

No obstante, este tipo de costura es muy laboriosa, como subraya Sun Yulin, de 62 años, uno de los principales artesanos de esta disciplina. Para hacer un solo traje se necesitan entre 100 y 200 láminas de piel de pez, así como 50 días de trabajo minucioso.

“Una chaqueta de este material vale más de 10.000 yuanes (1.220 euros), pero es siete veces más resistente que el cuero de vaca y puede durar a un pescador seis o siete años”, explica Sun. Su oficio fue uno de los primeros en entrar en la lista de patrimonio cultural inmaterial de China, lo que le motivó todavía más a continuar ejerciéndolo.

Hoy regenta una pequeña tienda de artesanía en la ciudad de Tongjiang, también en Heilongjiang, donde viven unos 1.500 hezhe. Allí vende sobre todo cuadros elaborados con piel, que colorea o recorta hasta convertir en bellas imágenes tridimensionales. Pese a que le han ofrecido trabajos muy bien pagados en grandes capitales, no piensa moverse. “Soy un hezhe y quiero transmitir mi cultura desde aquí”.