El restaurante Cuihualou abrió por primera vez sus puertas en Beijing hace 85 años. Al frente de sus fogones estaban algunos de los mejores cocineros de la ciudad y enseguida se convirtió en un lugar reservado para las élites. En poco tiempo, se hizo tan famoso que solo un menú podía llegar a costar lo que un trabajador medio ganaba en un mes.
Con el tiempo, Cuihualou acabó desapareciendo del mapa, hasta que fue reflotado en 2018. Hoy, gran parte de su éxito se debe al chef Wang Peixin, que el año pasado fue reconocido como trabajador modelo nacional, uno de los máximos honores profesionales que concede el Gobierno chino. Su cocina apuesta por sabores tradicionales y platos clásicos, pero con una refinada vuelta de tuerca.

Este año, antes de lanzar su último menú de invierno de forma oficial, Wang acogió a un grupo de comensales muy particular: personas chinas y extranjeras que participaban en la iniciativa 240 horas de paseo gastronómico por Beijing, destinada a desvelar el lado gourmet de la ciudad.
Para la ocasión, Wang presentó cada plato haciendo guiños a la historia del local. Entre otras especialidades, sirvió una de las propuestas más emblemáticas de Cuihualou: pollo estofado con láminas de clara de huevo y brotes de guisantes. Para redondear, compartió con sus clientes algunos de sus trucos: “Antes mezclábamos claras de huevo con pollo picado y les dábamos la forma clásica de moneda. Ahora hemos convertido esos mismos ingredientes en una lámina de dos metros de largo, que es tan fina como el papel y presenta un color blanco jade”, explicó.
Desde que Wang reinventó este plato, se ha convertido en una comanda obligada para todo aquel que visita el restaurante. “Innovar manteniendo el respeto por la tradición permite que los clientes conozcan más a fondo la cocina. Cuando vienen, no solo están degustando un clásico, sino también descubriendo toda la cultura que hay detrás”, señaló.
Secundada en redes
El restaurante Cuihualou es solo una de las muchas paradas de la campaña 240 horas de paseo gastronómico por Beijing, que se lanzó en primavera. Impulsada por la Oficina de Información del Gobierno Municipal de Beijing, la plataforma de redes sociales Sina Weibo y otros socios, la iniciativa aspira a poner en valor la gastronomía de la capital china, atraer viajeros nacionales e internacionales y fomentar el turismo cultural ligado a la buena mesa.
Desde su lanzamiento, el proyecto ha generado más de 100.000 hilos y conversaciones en Weibo, donde las rutas gastronómicas que propone el proyecto se mezclan con reseñas de restaurantes realizadas por los principales blogueros.
Wu Jia, directora del canal gastronómico de Sina Weibo y cocreadora del hashtag de la campaña, organiza eventos mensuales destinados a creadores gastronómicos de Beijing. Parte de sus últimas propuestas han consistido en llevarlos a algunos de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad, como Kaorouji, reconocido como patrimonio cultural inmaterial nacional; Makai, situado en el eje central de la capital; o Fangshan, fundado en 1925 y famoso por su cocina imperial.
Un destino popular
Según afirman los impulsores de la iniciativa, el proyecto está profundamente relacionado con el hecho de que China haya ampliado la exención temporal de visados para quienes visitan el país. A finales de 2024, se permitió que los viajeros que cumpliesen determinados requisitos pudieran permanecer en suelo chino durante diez días (240 horas) sin necesidad de visado. Antes, la duración de este tipo de estancias se limitaba solo a 72 o 144 horas.
Desde que se introdujo esta nueva política, ha aumentado el número de extranjeros que visitan Beijing, uno de los principales destinos turísticos del país. Según su Buró Municipal de Cultura y Turismo, entre enero y octubre de este año la ciudad recibió más de 4,5 millones de turistas, un incremento del 42,6% respecto a 2024. En este contexto, Cheng Sheng, director de recomendaciones de 240 horas de paseo gastronómico por Beijing, subraya que la campaña se creó para ofrecer consejos fiables a quienes llegan de fuera.
En la actualidad, las personas que se suman a la iniciativa proceden de países como Estados Unidos, Reino Unido, España o Singapur. Según puntualiza Cheng, el proyecto contempla experiencias gastronómicas con un toque diferencial: los chefs se sientan a la mesa con sus invitados y comparten con ellos la historia del local, sus técnicas culinarias o las anécdotas que se esconden detrás de los ingredientes especiales. Algunos visitantes se han animado a preparar platos que forman parte del patrimonio cultural inmaterial de China. Otros, por ejemplo, han tenido la suerte de probar en primicia el menú del restaurante Fangshan inspirado en banquetes manchúes y han.
Al principio, a Cheng le preocupaba que las diferencias culturales pudieran suponer una barrera para los extranjeros a la hora de apreciar la propuesta, pero pronto se dio cuenta de que la buena mesa no entiende de fronteras.
Además de la cocina pekinesa, en el futuro está previsto que, el programa se amplíe e incluya otras tradiciones culinarias de China. Como recuerda Cheng, la ciudad cuenta con muchos restaurantes que merece la pena descubrir, como Xinrongji, con tres estrellas Michelin; el misterioso Tan Family Cuisine; o Quanjude, con 160 años de antigüedad. “Beijing tiene más de 3.000 años de historia y lleva 800 como centro político. No solo es una ciudad histórica, sino también la capital gastronómica de China”.