El sector espacial chino, antes reservado únicamente a compañías estatales, está abriendo poco a poco sus puertas a las empresas privadas, que contemplan la industria satelital como la nueva gallina de los huevos de oro.
Más de 90 startups chinas especializadas en satélites o cohetes han echado a andar en los últimos cuatro años, revela el estudio interno de una de ellas. Nacen casi dos compañías al mes, un dato relevante si se tiene en cuenta que China compite por arañar su trozo de pastel en la carrera espacial.
Según un informe de 2018 de la Fundación Espacial, el valor del mercado global que mira al cosmos alcanzó en 2017 los 339.000 millones de euros, un 7,4% más que el año anterior. Más del 80% corresponde a iniciativas comerciales.
China solo representa por ahora entre el 3 y el 5% de la economía espacial de todo el mundo, pero está ganado terreno. Avanza en tecnología y crece en volumen de negocio. Desde 2014, las autoridades del país animan a las empresas privadas a involucrarse en este desafío. Hace diez años, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma impulsó un plan para promover iniciativas comerciales más allá de la atmósfera terrestre, que contó también con el apoyo del Ministerio de Hacienda y la Administración Estatal de Ciencia, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional.
Wifi para todos
El pasado noviembre, la empresa china LinkSure Network anunció que lanzará este año el primer satélite del país destinado a suministrar wifi. La compañía planea tener 272 de estos aparatos en órbita en 2026 para proporcionar acceso gratuito a Internet al mundo entero, un proyecto que requiere 394 millones de euros de inversión inicial.
Al igual que contempla la iniciativa Starlink del magnate Elon Musk, esta firma de Shanghai utilizará los satélites para ampliar la cobertura de Internet y aumentar la velocidad de conexión. Según detalló su actual presidente, Wang Xiaoshu, tratará de “dar servicio a las zonas aisladas y a los terrenos difíciles”, allí donde la actual red terrestre no alcanza debido a obstáculos climáticos y orográficos. Como asegura An Yang, investigador principal de este proyecto satelital, “el futuro del sector pasa necesariamente por combinar espacio y tierra”.
Fundada en 2013, LinkSure Network ingresó en el selecto club de los unicornios en 2015, al convertirse en una startup valorada en más de 1.000 millones de dólares. Ese mismo año recaudó 45,8 millones de euros en su primera ronda de financiación.
No es la pionera ni un caso aislado. Un puñado de startups chinas, como Guoxing Yuhang Co Ltd o ADA Space, ha lanzado ya sus satélites al espacio. El año pasado, por ejemplo, esta última puso en órbita dos de estos aparatos especializados en inteligencia artificial.
Una industria con muchas posibilidades
Los gigantes chinos de Internet tampoco se quedan atrás. El director ejecutivo de Baidu, Robin Li, pidió apoyo para que las iniciativas privadas avanzaran en el sector espacial civil, mientras que el consorcio de comercio electrónico Alibaba Group lanzó en 2018 un satélite de comunicaciones con ocasión de su gala de compras online.
Tencent Holdings Ltd, otro grande de la tecnología china, ha invertido en la startup estadounidense Moon Express, fundada en 2013 por un grupo de emprendedores espaciales. Entre sus objetivos figura el desarrollo de la minería espacial mediante el uso de drones para prospectar asteroides.
“La parte privada tiene más habilidad que la estatal para atraer fondos y gestionar recursos”, opina Yang Feng, director ejecutivo de Spacety, compañía aeroespacial especializada en desarrollar micro y nanosatélites comerciales. “Se abre un campo prometedor, en el que empresas privadas y estatales pueden cooperar y complementarse”.
En su búsqueda de nuevas oportunidades, compañías privadas como China Communication Technology Co Ltd se han lanzado también a la conquista del mercado extranjero. Este proveedor de comunicaciones por satélite ofrece ya servicio en Estados Unidos, Europa, Medio Oriente y otras nueve regiones que forman parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Propuesta por China en 2013, tiene como objetivo construir una red de comercio e infraestructuras que conecte a Asia con Europa y África.