Parece que 2019 va a ser un buen año para Luchan. Pronto tendrá dinero para comprar una camioneta a sus padres y con ella podrán poner en marcha un pequeño negocio. Este joven de 25 años es una de las 300 o 400 personas nacidas en Laos que trabajan en la construcción de la central hidroeléctrica Nam Ou Cascade, al norte del país asiático.
Esta gran obra de ingeniería, impulsada por Power Construction Corporation of China (PowerChina), es la primera emprendida por una compañía de esta nacionalidad que se extiende a lo largo de todo un río. En este caso, se trata del Nam Ou, un afluente del Mekong que nace en Yunnan, China, y discurre durante 475 kilómetros por Laos a través de las provincias de Phongsaly y Luang Prabang. Hace ya cinco años que Luchan se unió al proyecto como conductor de bulldozer y está a punto de ver cómo el primer módulo de la segunda fase empieza a generar energía.
Empleo y certificados
La central hidroeléctrica Nam Ou Cascade, que costará 2.417 millones de euros y tendrá capacidad para producir 1.272 megavatios, forma parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el macroplán liderado por China para reforzar las infraestructuras y transportes entre Asia, Europa y África. Se empezó a construir en 2011 y prevé establecer siete alturas de agua a lo largo del río. La primera fase de la obra, que comprende los módulos 2, 5 y 6, empezó a operar en enero de 2017 y ha generado 4.000 millones de kilovatios en su primer año y tres meses de vida. Se prevé que a finales de 2020, cuando se complete la segunda y última fase, la central pueda suministrar el 12% de la electricidad de todo Laos.
Hasta que eso suceda, el joven Luchan tiene trabajo para rato. Está contento, porque su sueldo es bastante más alto que los que suelen pagarse en su tierra. Según la agencia de noticias Xinhua, el salario mínimo allí es de 1,1 millones de kips laosianos (110 euros) y, según la web de investigación Numbeo.com, el sueldo medio asciende a 120 euros. Los oficinistas de Nam Ou Cascade cobran el doble, mientras que Luchan ingresa cuatro veces más por conducir su bulldozer (entre de 460 y 510 euros).
Ahora tiene un certificado oficial de PowerChina que le acredita como operador de equipos especiales, el primero que recibe en su vida, como la mayoría de quienes trabajan con él. Además, a principios de año sus hermanos mayores se incorporaron también a la obra en el turno de noche del módulo 1, donde el 50% de los trabajadores son locales. “Ya no tenemos que preocuparnos por el dinero”, asegura.
Buenas condiciones
“Es importante atraer a los laosianos con buenos sueldos y vacaciones. Solo cuando se mejora la vida de la población local, la gente puede involucrarse en el proyecto y darse cuenta de los beneficios que le reporta”, reflexiona Zhang Hua’an, jefe de proyectos en el mismo módulo que los hermanos de Luchan y asistente del director general de Nam Ou Power Co. “Además de muy abiertos, los nativos resultan clave para la construcción de la central hidroeléctrica”, afirma. “Su papel es insustituible”.
Chanthala Phanthasith es otra de las empleadas. Graduada en Comercio Internacional por la Universidad Normal de Leshan (Sichuan), desde octubre trabaja como gerente senior, formando y supervisando a 22 personas sobre el terreno. Este mes celebró su primer songkran, o Año Nuevo laosiano, en su nuevo puesto y pudo disfrutar de tres días de fiesta. Soudaphone Bounsoulivanh, por su parte, se formó en Lengua y Literatura China en Yunnan y, aunque iba para traductora, ha acabado siendo supervisora hidrológica en Nam Ou Cascade. Monitoriza la lluvia en tiempo real y estudia el caudal del río, algo vital para gestionar la energía hidroeléctrica, pero también para ayudar al Gobierno de Laos a elaborar sus previsiones económicas.