En China, las máquinas de pinza invaden estaciones de tren, centros comerciales, restaurantes, karaokes y cines. Estos cubículos de vidrio pintados de llamativos colores y repletos de peluches son un entretenimiento que cada vez tiene más adeptos. Los jugadores se sirven de un joystick para manejar la pinza del interior en busca del premio.
El negocio de estas máquinas expendedoras surgió en Japón y sus inicios en China no eran más que un pasatiempo infantil. Pero con el tiempo se han hecho más populares entre los jóvenes. "Antes de casarnos mi marido y yo jugábamos mucho", cuenta Li Ying, que trabaja como relaciones públicas en Beijing. "Un día él ganó una muñeca enorme y me la dio. Yo a cambio le di mi corazón".
A raíz de ese día, Li se enamoró de las máquinas, más bien de los peluches de dentro. Cada vez que salían a cenar intentaban varias veces regresar con un botín. Unos cuantos cientos de euros se han evaporado en los últimos meses. Tiene 50 muñecos repartidos por casa.
Los jóvenes de entre 18 y 38 años, especialmente las mujeres, representan el 60% de los jugadores, afirma Long Ze, que trabaja en la sucursal de Guangzhou Star Nigel Trade Co Ltd en Beijing, una de las empresas chinas que operan este tipo de máquinas.
La compañía, fundada en 2008, vende 9.000 máquinas al año en el mundo. Según la empresa, los ingresos por venta, franquicias y derechos fueron de 300 millones de yuanes (40 millones de euros). El precio oscila entre 700 y 1.200 euros, mientras que el coste asciende a 400.
Mercado secundario
Estas máquinas se pueden comprar en Internet a precios más bajos. Taobao, la tienda electrónica más grande de China, del conglomerado de Alibaba, anuncia algunas por 130 euros. "La industria tiene pocas barreras de entrada", dijo Cao Lei, que invirtió junto a unos amigos 4.000 euros en 2014 para instalar cuatro en un parque temático en Shanghai. "Este negocio no nos quita mucho tiempo. Contratamos personal para que se encargue de las máquinas y ya está".
Cao no paga alquiler y ni electricidad en el parque temático. Los salarios y los costes de mantenimiento alcanzan los 660 euros al mes. El personal se encarga de reponer los peluches y de las pequeñas averías. Los muñecos cuestan unos 130 euros. Cao afirma que un jugador generalmente se hace con el premio, que cuesta un euro, después de 15 intentos. Cada partida cuesta 0,25 euros.