Diversos científicos chinos estudian la posibilidad de instalar una central de energía solar en el espacio, una propuesta que mira al futuro y con la que se espera reducir la contaminación en la Tierra y mitigar los déficits de energía.
Investigadores de la Universidad de Chongqing, la Universidad de Xidian y la filial de la Academia de Tecnología Espacial de China en Xi’an, provincia de Shaanxi, están realizando ya pruebas y diseñando una instalación piloto en el distrito de Bishan, en Chongqing. Xie Gengxin, jefe adjunto del Instituto de Investigación en Innovación Colaborativa para la Integración Civil-Militar en el suroeste del país, explica que este ensayo servirá para llevar la teoría a la práctica y analizar la viabilidad del proyecto en el espacio.
La instalación piloto ocupará 13.3 hectáreas en Bishan y las autoridades del distrito destinarán al proyecto una inversión inicial de 100 millones de yuanes (13 millones de euros). El simulacro pretende poner a prueba la tecnología de transmisión espacial y estudiar los efectos que las microondas transmitidas a la Tierra puedan producir en seres vivos.
Globos para el ensayo general
Aunque el proyecto todavía tardará uno o dos años en arrancar, está previsto que los científicos instalen paneles solares en globos cautivos para estudiar cómo se comporta la transmisión de microondas en altura. “Planeamos lanzar entre cuatro y seis globos aerostáticos a 1.000 metros de altitud, que estarán anclados al suelo y conectados entre sí para configurar una red”, detalla Xie. “Los paneles de los globos recogerán la luz del sol y convertirán la energía en microondas antes de enviarla a la Tierra. Cuando las estaciones receptoras que se encuentren en la superficie reciban las ondas, las convertirán en electricidad y la distribuirán por la red”.
Si las primeras pruebas tienen éxito, en una segunda fase se lanzarán globos con paneles a la estratosfera. No obstante, los investigadores deberán resolver antes grandes dificultades técnicas. Ahora mismo los ingenieros chinos solo son capaces de transmitir microondas a una distancia de unos 100 metros, relata Xie. Además de ampliar su alcance, tendrán que arreglárselas para conseguir dirigirlas de manera muy precisa. Por otro lado, construir una central eléctrica en las alturas también supone un reto, ya que todavía se desconoce cuál será su tamaño y su peso. Una de las opciones que se baraja, según Xie, es realizar varios lanzamientos y luego ensamblar los distintos elementos en una sola estación cuando ya estén en el aire.
Un sueño que viene de lejos
Desde que el científico e ingeniero aeroespacial checoestadounidense Peter Glaser propuso por primera vez poner una central energética en órbita en 1968, son muchos quienes lo han barajado. Países con proyectos espaciales, como Estados Unidos y Japón, han tenido este objetivo en el horizonte, pero hasta ahora nadie ha conseguido superar los obstáculos tecnológicos y financieros que plantea la gesta. g
Si todo va bien, una planta china de energía solar podría estar orbitando a 36.000 kilómetros de la Tierra antes de 2040, calcula Xie. Como afirma Pang Zhihao, investigador retirado de la Academia de Tecnología Espacial del país, se trata de una solución potente para resolver el problema de la contaminación y de la escasez energética.
Una estación de estas características será capaz de recoger la luz solar durante todo el día, sin verse afectada por factores como la atmósfera o el clima, recuerda. No solo podrá generar energía ilimitada y libre de contaminación, sino que además podrá utilizarse para alimentar a cualquier nave espacial que esté a su alcance.