Hace más de 1.000 años, por la Ruta de la Seda circulaban sobre todo textiles y porcelanas. Hoy, ese camino comercial que parte de China y llega hasta Europa todavía existe, pero ahora viajan por él mercancías relacionadas con las energías alternativas, en especial vehículos eléctricos.
Los automóviles chinos de este sector y las piezas fabricadas en el país ganan presencia en el mercado internacional gracias a su buena relación calidad-precio, a las mejoras que han introducido y a un eficiente servicio de posventa.
También constituyen una alternativa asequible a la hora de impulsar la transición ecológica en otros países, sobre todo en aquellos en vías de desarrollo. En respuesta a la demanda internacional, China abre cada vez más plantas de producción en el extranjero, ya que los clientes desean cubrir sus necesidades con rapidez y acortar los plazos de entrega. Europa Central y México se perfilan como destinos clave de las inversiones.
Algunos políticos y medios de comunicación occidentales acusan a China de estar generando un exceso de capacidad de producción y de ofrecer precios bajos en el extranjero. Sin embargo, expertos y ejecutivos lo rebaten. Sostienen que la creciente presencia de fabricantes chinos de vehículos eléctricos y piezas de automóviles en otros países no solo facilita la transición ecológica y beneficia a los usuarios abaratando costes, sino que además brinda buenas oportunidades a fabricantes de todas las latitudes.
En un contexto de tensiones geopolíticas y procesos de desglobalización, los clientes internacionales ya no se fijan solo en el coste de los productos, sino en que la cadena de suministro sea segura, afirma Chen Shihua, subsecretario general de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China. “Como consecuencia, favorecen a los proveedores de piezas y vehículos de energías alternativas que tienen sus plantas cerca”, señala.
Un servicio más eficaz
En un contexto de tensiones geopolíticas y procesos de desglobalización, los clientes internacionales ya no se fijan solo en el coste de los productos, sino en que la cadena de suministro sea segura, afirma Chen Shihua, subsecretario general de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China. “Como consecuencia, favorecen a los proveedores de piezas y vehículos de energías alternativas que tienen sus plantas cerca”, señala.
Un servicio más eficaz
La firma china Chervon-Auto invirtió en 2021 cerca de 120 millones de euros en Hungría y el año pasado terminó de construir allí una fábrica. Gracias a ello, puede atender mejor la demanda internacional. Shi Jiaqi, director de proyectos en el extranjero de la empresa, señala que los pedidos de fuera suponen entre el 40 y el 50% del total que recibe la compañía y que, de ellos, alrededor del 80% procede de Europa. Haber abierto un centro de producción en el continente ha sido fundamental para entender mejor al cliente y satisfacer más rápido sus necesidades, asegura. Además, considera que la planta impulsa a la vez la industria local y genera empleo.
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Norbert Wiest, director general de SW China, filial del fabricante alemán de máquinas-herramienta SW, asegura que los vehículos y componentes a buen precio favorecen el desarrollo tecnológico y la producción a gran escala. Según dice, las estrategias a largo plazo y la calidad de los servicios son clave para conquistar el mercado internacional. “Muchos clientes de SW China son proveedores de fabricantes de equipos originales. Su crecimiento en el extranjero pasa por seguir en Europa y Norteamérica a clientes internacionales como Tesla”, cuenta. Las ventas de SW Hungría han crecido en los dos últimos años y Wiest lo achaca en parte a que fabricantes chinos han establecido allí su plantas. “Es un proceso en el que todos ganan”, resume.