China se ha convertido en una pieza clave para las operaciones de muchas empresas europeas, ya que la mayoría de ellas obtuvieron más márgenes en este país que en otros lugares del mundo. Así lo recoge la Encuesta sobre la confianza empresarial de las compañías europeas en China 2021, elaborada por la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China y en la que han participado 585 de sus miembros.
Según se desprende de ella, casi un tercio de todos los fabricantes europeos afirmó que trasladaría su cadena de producción al país asiático, una proporción que quintuplica a la de quienes optan por la deslocalización. Además, cerca del 27% de los encuestados que formaban parte de filiales conjuntas en China confirmó que pensaba aumentar su peso en ellas. El 18% está dispuesto a hacerse con la participación mayoritaria, mientras que el 2% prefiere comprar toda la parte de sus socios para que la titularidad sea completamente extranjera.
Según el estudio, las empresas foráneas no solo buscan sacar partido del repunte que puede generar la recuperación de la economía china, sino también mantenerse a largo plazo y hacerse fuertes dentro de un mercado crucial. Alrededor del 68% de las compañías europeas que están en el país asiático se muestra optimista respecto a sus perspectivas de crecimiento, lo que supone un aumento de 20 puntos porcentuales respecto al año anterior. Puesto que se prevé que el avance de las vacunas contra la covid-19 en todo el mundo estimule la demanda y favorezca todavía más al mercado chino, las empresas del Viejo Continente tienen ahora más expectativas.
Crece el consumo interno
“Las compañías europeas contribuyeron a que la economía china se recuperara rápidamente y también se beneficiaron de ella”, afirma Denis Depoux, director general a escala mundial de la consultora Roland Berger. “Están listas para consolidar su posición. No solo disponen de la experiencia y la tecnología necesarias para impulsar el crecimiento del país. También para contribuir a los objetivos de reducción de emisiones de carbono y a la actualización de su industria”.
En febrero, una encuesta realizada a miembros de las cámaras de comercio alemana y europea reveló que casi la mitad de ellos contaba con que los ingresos cayeran este año respecto al anterior, mientras que solo el 0,5% confiaba en un aumento. En contra de las expectativas, la producción se reactivó mucho más rápido de lo que se esperaba, lo que permitió a las empresas europeas disfrutar del resurgimiento del mercado.
Pese a que la variación interanual de ingresos fue la peor en 10 años, el 42% de los entrevistados aseguró haber aumentado su facturación, un fenómeno que se dio sobre todo en negocios enfocados al consumidor, como los comercios minoristas o la venta de automóviles. En parte, esto se debió a que, al no poder viajar tanto como antes, los clientes chinos destinaron más dinero a comprar coches, cosmética y ropa. Por otro lado, un cuarto de los encuestados aludió a la caída de ingresos, algo que se produjo sobre todo en el sector servicios, incluidos el jurídico y el de la aviación.
Las empresas europeas siguen viendo oportunidades de negocio en China, no solo relacionadas con el rápido crecimiento de su consumo interno, sino también con las nuevas tecnologías digitales. La compañía alemana de ciencia y tecnología Merck, por ejemplo, continuará invirtiendo en transformación digital e innovación tecnológica, así como colaborando con sus socios chinos para mantener su crecimiento durante los próximos años.
Por su parte, la empresa sueca de alimentación y bebidas Oatly Group AB ha anunciado que este año pondrá en marcha su primera planta de producción en China. Desde Ma’an-shan, en la provincia de Anhui, y con el apoyo de un equipo de innovación local, elaborará leche de origen vegetal, pero también productos a medida para los consumidores chinos, como, por ejemplo, helados.