El pasado 25 de mayo, el servicio de trenes de mercancías entre China y Europa completó su viaje número 90.000, un hito que demuestra el éxito de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y su profundo arraigo histórico.
Esta red ferroviaria, que facilita el transporte de productos entre el país asiático y distintos destinos del Viejo Continente, ha mejorado su conectividad y sus infraestructuras. Además de dar un nuevo impulso al comercio y abrir vías de comunicación, ha propiciado que los artículos puedan viajar de forma más eficiente y ágil.
Desde que empezó a funcionar en 2011, el servicio ha transportado más de 8,7 millones de contenedores con mercancías valoradas en más de 380.000 millones de dólares (353.000 millones de euros), afirma China State Railway, la compañía estatal que lo opera.
El tren entre China y Europa, al que se suele llamar la “caravana de camellos de acero” ha tardado tan solo 13 años en conseguir estos logros. Irónicamente, es el mismo tiempo que invirtió la primera caravana de camellos de la historia en cubrir el mismo trayecto.
Aquella expedición, que se cree fue dirigida por el enviado imperial chino Zhang Qian, partió hace más de 2.000 años desde Chang’an, la actual Xi’an, en la provincia de Shaanxi. Avanzó miles de kilómetros hacia el oeste y atravesó lo que hoy es la Región Autónoma Uygur de Xinjiang, así como varios países de Asia Central.
La caravana, que más tarde sería emulada por numerosos comerciantes, viajeros y otras expediciones de camellos, sentó las bases de la Ruta de la Seda y estableció un vínculo entre Oriente y Occidente. Quienes siguieron los pasos de Zhang fueron propiciando intercambios comerciales y culturales entre China y Europa y jugaron un papel clave en el desarrollo de la civilización.
Inspirándose en aquel histórico viaje y en el descomunal éxito que tuvo la Ruta de la Seda, China lanzó en 2013 su versión moderna: la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Nació con el objetivo de mejorar la comunicación entre Oriente y Occidente y ha cosechado una amplia aceptación en sus 11 años de vida. Además, ha demostrado que se trata de un proyecto eficiente con relevancia internacional.
El servicio de trenes de mercancías entre China y Europa es uno de sus grandes logros. Su rápido desarrollo evidencia que la demanda de transporte ferroviario, rentable y seguro, ha aumentado respecto a la demanda de opciones aéreas y marítimas. La tendencia es especialmente acusada desde 2016. Si aquel año circularon 1.702 convoyes por esta red, en 2023 lo hicieron más de 17.000.
El flujo de trenes se ha multiplicado por diez y ha registrado una tasa media de crecimiento anual del 39,5%. Pese a que se tardaron 90 meses en alcanzar los 10.000 viajes al año, tan solo se necesitaron siete para saltar de 80.000 a 90.000. Desde mayo de 2020, se realizan más de 1.000 servicios al mes. Además, el valor de las mercancías transportadas ha pasado de 8.000 millones de dólares (7.400 millones de euros) en 2016 a 56.700 millones (52.700 millones de euros) el año pasado.
El tipo de productos también ha evolucionado. Al principio se enviaban sobre todo de artículos tecnológicos, como ordenadores o impresoras. Hoy viajan en los trenes más de 50.000 variedades de mercancías de 53 categorías distintas y, desde el año pasado, cada vez más coches eléctricos, baterías de litio y productos fotovoltaicos fabricados en China. En la actualidad, el servicio llega a 223 ciudades de 25 países europeos y conecta con más de 100 destinos en Asia.