Si llevar mascarilla resulta engorroso para la mayoría de la población, en el caso de las personas con discapacidad auditiva se convierte en un problema. “Los habitantes de Shanghai hablan rápido de por sí, lo que siempre ha dificultado leer sus labios, pero la pandemia ha empeorado la situación: ahora ni siquiera podemos ver su boca”, explica Cai Zhengjun, sordo desde que tenía 18 meses a causa de unas altas fiebres y una reacción alérgica a la penicilina.
Pese a haber vivido casi toda su vida en un silencio casi absoluto, sus padres se empeñaron en que adquiriera las destrezas comunicativas necesarias para llevar una vida normal. “Insistían tanto en que aprendiera a hacerme entender hablando que acabé odiándolo, pero luego me di cuenta de que solo querían asegurarse de que fuese capaz de sobrevivir solo cuando ellos no estuvieran”, recuerda.
Maneras de hablar alto
Hoy, Cai es un hombre empoderado de 35 años que ha inspirado a muchas personas con problemas de audición. En su estudio artístico de Shanghai, LFORU, todos los que trabajan de cara al público tienen esta discapacidad. Wei Wei, originario de la provincia de Liaoning, trabajaba en una productora de animación de Shanghai, pero le despidieron por no poder comunicarse bien con sus compañeros. Ahora elabora velas perfumadas en LFORU. Liu Rongfang, de 29 años, procedente de la provincia de Sichuan, fue la siguiente en llegar.
Aterrizó en Shanghai después de haber trabajado unos años como mecanógrafa en Shenzhen, provincia de Guangdong. Pronto escuchó hablar de LFORU, donde hoy explora su vena creativa y atiende al público. A veces es necesario comunicarse con los clientes escribiendo en el móvil o en un papel, señala Cai, quien explica que no todos se lo toman de la misma manera. Aun así, el negocio marcha. En la pasada Fiesta de Primavera, todo el equipo tuvo que levantarse a las 5.00 para responder a la avalancha de pedidos.