La jubilación para la mayor parte de la población china significa jugar al mahjong, cuidar de los nietos y charlar con los amigos en el parque. Wang Deshun, de 81 años, tiene otras cosas en mente. Prefiere “buscarse problemas” y hacer tareas menos convencionales que le supongan un mayor reto. Va al gimnasio, aparece en sesiones de moda y actúa en películas y programas de televisión, pero la vida para él es aún demasiado fácil.
“La edad se convierte en un obstáculo si piensas en ello. Hay una edad biológica y otra marcada por tu estado de ánimo”. Wang saltó a la fama internacional en 2015 tras mostrar su físico en la Semana de la Moda de Beijing. Dos años después sigue recibiendo mensajes en su web (Sina Weibo), donde mucha gente le agradece haber sido su inspiración. Wang tiene 300.000 seguidores en redes sociales.
Se le conoce como el “abuelo más macizo de China”. Entre sus admiradores están firmas de ropa de lujo. La italiana Ermenegildo Zegna le ha presentado en su última campaña en China, llamada “Momentos Decisivos”, en la que participa Robert De Niro.
Wang se ha convertido en una figura tan reconocida que su mujer le ha prohibido aceptar entrevistas, en un intento de llevar una vida normal. Su hijo, que es su mánager, ha concertado en cambio varios encuentros con los medios en el gimnasio donde entrena.
Un amigo suyo le describe como una persona que sobreviviría incluso en las entrañas del infierno. Su hija, Wang Qiu, bromeaba diciendo que su padre se parecía a una concubina imperial por el cuidado que tiene de su cuerpo.
La afición de Wang por el sufrimiento le viene de nacimiento. Proviene de Shenyang, en Liaoning, una provincia que, cuando él nació, estaba ocupada por las tropas japonesas. Aunque su padre trabajaba como cocinero, Wang recorría los vagones de los trenes para recoger el polvo del carbón y poder intercambiarlo por dulces para ayudar en casa a alimentar a sus ocho hermanos.
“Cada mañana veía operarios empujando una carretilla y recogiendo a personas que yacían congeladas o habían fallecido por inanición. Parecían basureros retirando desperdicios de las calles”.
Antes de convirtirse en actor, fue conductor de autobús y trabajó en una fábrica militar. Pero ansioso por subirse a los escenarios, se apuntó a clases gratuitas en el Palacio Cultural de los Obreros. Así empezó una carrera de más de 20 años.
Se ha convertido en una figura tan reconocida que su mujer le prohibe aceptar entrevistas
En 1979, tras sufrir varios desmayos, le diagnosticaron un desorden del sistema nervioso. Él lo atribuyó al tipo de caracterización de Stanislavski. El doctor le aconsejó que parara antes de que la enfermedad se agravase y de que acarreara problemas mentales.
Wang emprendió una vida menos emocionante y se lanzó al género de la pantomima. Con 49 años se mudó a Beijing. Para prepararse el papel, se apuntó al único gimnasio que había en la capital. “No se trataba de estar guapo o de llevar una vida saludable. Lo hacía porque se necesita un buen cuerpo en este tipo de comedia”.
La familia se involucró de lleno. La mujer de Wang era la guionista y directora. Su hija, estudiante del Conservatorio Central de Música de Beijing, tocaba el piano. Su hijo era el presentador y el cámara.
El trabajo nunca fue suficiente para llegar a fin de mes. En los ochenta era ilegal alquilar casas en Beijing y Wang y su familia iban de casa en casa de sus amigos. “Fueron tiempos duros, pero los mejores años de mi vida”, dijo Wang.
Las cosas mejoraron en 1987, cuando se convirtió en el primer actor chino en el Festival Internacional de Pantomimas, en Alemania. En 1989 los personajes que había creado se incluían en una enciclopedia de la sociedad china.
A mitad de los noventa Wang se ganaba la vida gracias a su cuerpo y se subía a los escenarios desnudo y cubierto con pintura. Aparte de trabajar cuatro horas al día, se entrenaba en el gimnasio para controlar su respiración y asemejarse a una escultura viviente.
En un desfile de la Semana de la Moda de Beijing, en 2015.
En 1994 se publicó el libro One Hundred Years of History of China in Pictures (Cien años de historia de China en imágenes). Comenzaba con Lin Zexu, el oficial chino que había luchado en la Guerra del Opio a mediados del siglo XIX. Y terminaba con las contribuciones de Wang como actor.
A pesar de que goza de mucho éxito, Wang insiste en que la fama no ha podido con él. Sigue siendo igual de austero. Reside en Beijing con su hijo y su nieto. “La manera de vivir no es diferente a la que tuve en su momento. Me basta con un bol de arroz y tofu para comer”.