Suena la música. Se escuchan gongs, platillos y percusión de bambú. Un atractivo joven con el pecho descubierto sube al escenario enfundado en unos largos pantalones de seda roja. Después de ejecutar unos elegantes movimientos que recuerdan a la Ópera de Pekín, se agarra de un salto a la barra vertical y gira con gracia. Se pone boca abajo, separa las piernas, rueda, se pliega. Vuela entre dos postes plateados mientras se ondula y ofrece un espectáculo único.
Se trata del atleta Jiang Lei, de 28 años. A través de su exhibición de fuerza y control está contando la hermosa pero triste historia de Cheng Dieyi, un actor de la Ópera de Pekín que vive obsesionado con su profesión y su amado. Su delicada interpretación de este personaje de ficción, basada en el papel que Leslie Cheung interpretó en la famosa película Adiós a mi concubina (1993), le valió a Jiang el primer premio en el Segundo Campeonato de Pole Sport –o deportes de barra– celebrado en Beijing el 14 de julio.
“Quiero combinar elementos de pole sport con la sensibilidad de la ópera tradicional china y la danza clásica para expresar los sentimientos de los personajes y las cosas que les suceden”, explica el artista.
Combatir el estigma
Jiang empezó a estudiar danza clásica en la Universidad Normal de Taiyuan, pero se dio cuenta de que no podía competir con sus compañeros de clase. Por ello, en 2012 decidió pasarse a la danza jazz, donde entró en contacto con el pole dance, algo que le permitió aplicar un nuevo enfoque a su carrera.
“Mi profesor me animó a intentarlo porque en China hay muy pocos hombres que dominen la barra”, relata el bailarín, que a partir de ese momento empezó a practicar en los descansos de sus clases de danza jazz ocultando su nueva afición a amigos y familiares. “Quería evitar posibles juicios y malentendidos”, cuenta Jiang, que sabía que en aquel momento se asociaba este baile a locales de streaptease.
Afortunadamente, los ejercicios en barra vertical ya no tienen mala prensa. Desde principios de la década de 2000 se han ido introduciendo en las clases de danza, en los gimnasios y en los centros de ocio. Sus defensores se han esforzado en borrar el estigma que lo vinculaba al sexo. También en promoverlo como un deporte en toda regla, con sus normas, sus movimientos y un sistema de puntuaciones propio.
En 2009, la monitora británica Katie Coates fundó la Federación Internacional de Pole Sports para acercar esta modalidad a todo tipo de personas, independientemente de su edad, experiencia o destreza. Tras años de lucha, en 2017 la disciplina pasó a formar parte de la Asociación General de Federaciones de Deportes Internacionales (GAISF, por sus siglas en inglés). La sede china de la federación se creó en 2017 y Beijing acogió el primer Campeonato de China de Pole Sport en mayo del año pasado.
Una modalidad que engancha
Jing, que fue el primer atleta profesional chino que participó en una competición internacional en 2016, ha pasado ya por torneos en Japón, Países Bajos, España y Gran Bretaña, algo que ha superado con creces sus expectativas.
Ahora dirige un gimnasio especializado en esta modalidad en Changsha, en la provincia de Hunan, donde casi 20 alumnos de entre 13 y 50 años aprenden a moverse en la barra de forma segura. “Para mí es una forma artística de expresión que combina fuerza y belleza”, señala.
Entre sus alumnos se encuentra Chen Yu, de 24 años, que también compite desde hace poco. Esta joven descubrió el mundo del pole dance de casualidad, cuando el verano pasado asistió a un evento cerca de su casa en Chengdu en el que participaba Jiang. Quedó impresionada. Tras hablar con él, hace 11 meses acabó apuntándose a sus clases.
Una fórmula para sentirse bien
Chen, que en ese momento trabajaba como música en la Universidad de Cultura y Artes de Sichuan, afirma que fue muy satisfactorio para ella lograr ejecutar sus primeros ejercicios. Aprendió a deslizarse de manera adecuada por la barra y a arquear su cuerpo dejándolo caer hacia atrás. En el proceso perdió 15 kilos, pero sobre todo aprendió un arte nuevo, empezó a adoptar una dieta más saludable y a dormir mejor.
“Me siento más segura de mí misma, sobre todo después de haber vencido a uno de mis amigos varones en un combate de lucha libre”, bromea esta aficionada, que considera que las competiciones de pole sport son ahora más accesibles tanto para profesionales como para amateurs porque la disciplina está empezando. Shi Xi, una oficinista de Beijing que también hace sus pinitos en la barra desde 2015, ha asistido a la proliferación de escuelas de danza que ofrecen estos ejercicios, un indicativo de su creciente popularidad. A ella le resulta más eficaz practicar esta modalidad que acudir a un gimnasio convencional. Según afirma, no solo le permite mantenerse en forma, sino también sacar partido a su encanto femenino.