Jaume Ribalta está acostumbrado a madrugar. Este artista español se levanta antes de las 8.00 y empieza el día haciendo la casa y sacando a su perro. Luego se dirige a su estudio de Jingdezhen, una pintoresca ciudad enclavada en las montañas de la provincia de Jiangxi, conocida como la capital de la porcelana china. A lo largo de la historia, el lugar ha sido clave a la hora de perfeccionar la técnica de elaboración de este tipo de cerámica. Ribalta entró en contacto con la urbe hace cinco años, cuando emprendió un viaje para investigar la tradición y la artesanía de la porcelana local.
“Mi primera incursión en la creación de la porcelana china tuvo lugar en Jingdezhen durante los festivales de primavera y verano”, recuerda. “Fue allí donde empecé a utilizar el azul cobalto en mis obras de forma exhaustiva. Quizás fueron la fuerza y la intensidad de ese color las que me llevaron a rastrear su origen. Y esa búsqueda me obligó a venir a Jingdezhen, el mismísimo corazón de la porcelana”, cuenta.
Cuando llegó a la ciudad por primera vez, en 2018, Ribalta sintió que se abrían ante él infinitas posibilidades y aceptó la invitación de sumergirse en la cultura china y en su cerámica. Con esta idea en mente, en agosto del año pasado tomó la decisión de establecerse allí. En Xianghu, una aldea que se encuentra a 15 minutos de Jingdezhen, alquiló una modesta casa junto al río y las montañas. La vivienda, que ha transformado para acoger un taller y una pequeña sala de exposiciones, es hoy su santuario.
“Saqué los ahorros, cogí a mi perro y me aventuré en lo desconocido”, relata. “Ahora siento que estoy viviendo un sueño”.
Jingdezhen, donde se fabrica porcelana desde hace más de 2.000 años, ha alcanzado la cota máxima en esta artesanía tras haber sido designada real horno oficial de China. La ciudad aglutina 8.300 empresas que se dedican al sector y más de 9.800 ceramistas autónomos. Además, cerca del 10% de la población trabaja en negocios relacionados con el mundillo. Todo ello le ha brindado fama internacional como centro del arte cerámico, algo que cautiva a artistas extranjeros como Ribalta.
Según estadísticas que no recogen todo el censo, en Jingdezhen residen alrededor de 30.000 artistas, de los que unos 5.000 son extranjeros. Cada mes de octubre, la Feria Internacional de Cerámica de Jingdezhen de China atrae a miles de profesionales que buscan colaboraciones e inspiración.
Para artistas como Ribalta, Jingdezhen es mucho más que un centro de fabricación de porcelana y cerámica. Se trata de un entorno estimulante para crecer y desarrollarse como artista.
“He aprendido de todo tipo de maestros, entre ellos expertos en hornos y moldes”, afirma. “Jingdezhen se adapta a todas las formas de expresión artística".
Como artista y diseñador de producto, Ribalta se ha embarcado en un proyecto de investigación y creación del Instituto de Cerámica de Jingdezhen, donde se centra en la tradición de la pintura cerámica china y catalana. La oportunidad le llegó gracias a un programa internacional de residencias de artistas con el que cuenta el centro.
“Espero seguir aportando mi granito de arena en China y servir de puente entre su cultura y la española. Aunque se encuentren tan alejados en el mapa, ambos territorios están unidos en mi corazón”, asegura. “Los intercambios son lo que nos hace mejorar y, especialmente tras la pandemia de la covid-19, son muy bienvenidos. Ahora que las fronteras están abiertas, debería haber más proyectos internacionales que nos pusieran en contacto”, afirma.