Nan Rendong ya pensaba en grande en los noventa. Científico vocacional, tenía en mente construir un radiotelescopio de 500 metros de diámetro cuando en esa época el más grande de China medía 30. Nan presentó la idea en la Asamblea General y Simposio Científico de la Unión Internacional de Radiociencia de Japón, en 1993. Veintitrés años después, el proyecto ha dado sus frutos. En 2016 se inauguró el Telescopio Esférico de Quinientos metros de Apertura de China, FAST por sus siglas en inglés, el telescopio más grande del mundo.
La antena mide casi dos veces la Torre Eiffel y su superficie podría albergar 30 campos de fútbol. Se creó para buscar púlsares (estrellas que emiten radiaciones periódicas), identificar hidrógeno neutro, moléculas interestelares y señales de vida extraterrestre.
FAST puede recibir señales electromagnéticas a 10.000 millones de años luz. Con él, Nan esperaba descubrir los orígenes del universo, de los cuerpos celestiales y de la vida. “Las personas siempre han mantenido vivo el espíritu de explorar lo desconocido. Esto explica la cota de desarrollo que ha alcanzado la raza humana”, dijo Nan.
Al pie del cañón
Nan, ya como científico jefe de FAST, fue diagnosticado de cáncer de pulmón en la fase final de construcción del radiotelescopio. Esto no le impidió seguir de cerca la obra los meses previos a la inauguración. El ideólogo del proyecto falleció con 72 años el 15 de septiembre de 2017, a diez días de que se cumpliera el primer aniversario del Ojo del Espacio –nombre popular de FAST–. Nan puso en manos de otros astrónomos chinos la posibilidad de lograr un descubrimiento sin precedentes.
La de Nan es la biografía de un visionario. Había obtenido la mejor nota en los exámenes de acceso a la universidad en su provincia natal de Jilin. A continuación, se matriculó en el departamento de radioelectrónica de la Universidad de Tsinghua en 1963.
En los noventa, trabajó como profesor invitado en el Observatorio Astronómico nacional de Japón. Volvió a China en 1994 para dirigir el proyecto FAST. Dejaba un puesto bien pagado en uno de los institutos de investigación científica más importantes del mundo.
Nan Rendong, un visionario en los noventa, lideró el proyecto de construcción del radiotelescopio más grande del mundo. CEDIDA A CHINA DAILY
El primer reto al que se enfrentaron él y su equipo fue identificar una ubicación adecuada para el proyecto, un problema que el astrónomo tardó 12 años en resolver. Finalmente, cuando Nan descubrió un gran cráter escondido en un área montañosa del condado de Pingtang, en la provincia de Guizhou, supo que había encontrado lo que buscaba.
La depresión era una cuenca que tenía 45 millones de años. Su geología kárstica proporcionaba una protección natural al telescopio. “Esta ubicación era la mejor de entre 300 lugares candidatos,” dijo Nan en aquel momento.
Las obras del gigantesco telescopio comenzaron en marzo de 2011. Nan se enfrentó a algunos problemas de ingeniería civil. “Para la construcción del telescopio, llevamos a cabo una investigación sobre la topografía, la construcción y la hidrogeología del lugar”, decía.
Nan subía y bajaba torres de 100 metros por estrechas escaleras y evaluaba la firmeza del subsuelo con sus propios pies. El científico se ocupó de numerosos detalles técnicos: el cálculo de la longitud de cada cable y la precisa instalación de los paneles reflectantes.
Jiang Peng, ayudante de Nan, recuerda que la mayoría de los científicos que trabajaron en el proyecto FAST se especializaban en astronomía, mecánica o radiotecnología. “Pero Nan sabía de todo. Este enorme y complicado proyecto estaba hecho a su medida.”
Trazar la red de cables de la cúpula invertida del telescopio fue un gran desafío. La estructura estaba compuesta por 10.000 cables que unían 4.450 paneles reflectantes individuales. Cuando se trataba de resolver problemas, Nan y su equipo no tenían puntos de referencia en los que apoyarse y a nadie a quien pedir ayuda. Pero él siempre estaba al frente de los ensayos durante la construcción. “En cada fallo, Nan estaba allí, intentando encontrar una solución,” evoca Jiang.
La primera vez que Nan estuvo en el lugar elegido para el telescopio, conoció a niños de la zona. Vestían ropa muy vieja, pero se mostraban contentos. Nan les daba dinero para ayudarles a salir adelante. Tras enterarse de que muchos de los obreros procedían de las empobrecidas zonas montañosas, Nan les compró ropa. En la obra, siempre llevaba un casco azul con su nombre. Todo el mundo le conocía. Incluso un perro que vagaba por la zona.