Lo que antes era una masa de aguas negras y malolientes salpicada de peces muertos es hoy un paraíso para las aves. Gracias a los esfuerzos de las autoridades locales, el lago Ulansuhai Nur, situado en la Región Autónoma de Mongolia Interior y el más grande de la cuenca del río Amarillo, ha rejuvenecido.
Qi Hongyan, fotógrafo de 64 años, todavía recuerda cómo era hace una década. “Lo crucé en barco y la hélice de la embarcación removía suciedad. Traté de ajustar la exposición de la cámara para aclarar el color del agua en las fotos, pero me resultó imposible”, rememora. Años de vertidos de aguas residuales procedentes de la agricultura, la industria y los hogares, así como una inadecuada gestión del cauce del Amarillo, deterioraron su medio ambiente hasta conducirlo a una situación penosa.
Por eso, cuando Qi visitó recientemente el lago en la Bandera Frontal de Urad, en Bayannuur, se quedó atónito. Había un banco de peces siguiendo a su barco y de vez en cuando aparecían grandes bandadas de pájaros. “El agua estaba preciosa y en las fotos salió azul celeste. Me emocioné”, relata.
Zhang Zhijia, que vive en Wayaotan, una aldea cercana al lago, ha sido más consciente de la transformación. Antes, su mal estado atraía a muchísimos mosquitos. Ahora, gracias a la mejora de la calidad del agua, no solo han disminuido el número de estos insectos, sino que ha aumentado notablemente el de aves. En el pasado, dentro del sistema que mide la calidad de las aguas en China, Ulansuhai Nur no llegaba al Grado 5, el más bajo.
En la actualidad, algunos de los parámetros han alcanzado el Grado 2 en algunas zonas. Además de reforzar el control sobre los fertilizantes y pesticidas que se utilizan en las explotaciones agrícolas cercanas, se han construido 11 plantas de tratamiento de aguas residuales. También se ha creado un humedal de 60 kilómetros cuadrados para que ayude a purificar el agua.