Bajo un cielo de color azul intenso, el sol quema sin piedad. El calor es tal que hasta el sudor se volatiliza al instante. Estamos en la bandera Anterior de Otog, un territorio de 12.200 kilómetros cuadrados en la Región Autónoma de Mongolia Interior que tiene rango de condado. Aquí, el agua se evapora antes de que llueva y los vehículos avanzan lentamente por carreteras sin asfaltar dejando una estela de polvo.
En este territorio, ubicado cerca del desierto de Mu Us, el quinto más grande de China, mantener a raya la arena siempre ha sido de vital importancia. Pese a contar con buenas reservas de carbón, la zona se enfrenta a la tarea, cada vez más urgente, de caminar hacia una economía baja en carbono.
La luz y la aridez de este lugar lo hacen perfecto para aprovechar la energía solar y, a la vez, frenar el avance de la tierra infértil, como pretende la planta fotovoltaica de Mengxi de la Bandera Anterior de Otog. Pese a que se extiende por cerca de 7.000 hectáreas, parece un grano de arena en el desierto si se la compara con la inmensidad del paisaje. Aún así, este proyecto lanzado en octubre de 2023 ocupa el equivalente a 10.000 campos de fútbol reglamentarios.
Bajo un sol de justicia, los empleados trabajan contrarreloj en el pueblo de Shanghaimiao para poder completar el plan, que aspira a generar 3 millones de kilovatios antes de que termine septiembre. Según la compañía GD Power Development, que gestiona el proyecto, en hora punta hay 4.000 personas en la obra.
Reducir el consumo de energías no renovables
Gracias al rápido desarrollo de la energía solar en China, que avanza de forma sostenida, Chen Zhongliang ha viajado durante la última década por casi todo el país montando placas fotovoltaicas. Es originario de Hengshui, provincia de Hebei, y tiene una amplia experiencia en el sector. Pese a ello, todavía le resulta difícil trabajar en condiciones climáticas tan duras. Junto a un equipo formado por otras cinco personas, apenas tarda 20 o 30 minutos en colocar 26 células solares dentro de un mismo panel.
De acuerdo con GD Power Development, se instalarán de cerca de 6,4 millones de ellos. Al mismo tiempo, se necesitan clavar 2,35 millones de pilotes de acero en el suelo para cimentar la estructura.
Li Jinyuan, director del proyecto, recuerda que el esfuerzo de los trabajadores se traducirá en importantes beneficios económicos y medioambientales. Cuando empiece a funcionar, se espera que la planta genere 5.700 millones de kilovatios hora al año. Si se tiene en cuenta el consumo de electricidad per cápita que hubo en China en 2023, cubrirá las necesidades de 30.000 hogares, afirma Li. Además, puede evitar que se usen 1,71 millones de toneladas de carbón al año y contribuir a que se emitan 4,7 millones de toneladas de emisiones de CO2 menos, añade.
Una vez se haya completado la instalación, el espacio que quede debajo de los paneles solares también se aprovechará. Por un lado, se destinará a la cría de ovejas y, por otro, al cultivo de plantas de poca altura, como bayas de goji o alfalfa. Con ello, se espera revitalizar aun más la economía rural de la zona.
Huang Weiheng, un ejecutivo del proyecto, señala que las placas servirán para proporcionar sombra en el desierto y reducir los niveles de evaporación del agua. Además, unos robots se encargarán de limpiarlas periódicamente con agua, lo que humedecerá en cierta medida la tierra reseca y contribuirá a frenar la desertificación.
Con información de Cui Jia