Mientras contempla las exuberantes praderas de Ar Horqin, custodiadas por montañas cubiertas de niebla, Erdenetsugla pastorea a caballo su rebaño de 300 ovejas y 80 vacas. “Ha sido nuestro hogar todos los veranos desde que tengo uso de razón”, afirma sobre este territorio de la Región Autónoma de Mongolia Interior.
“Este entorno virgen, con sus extensas zonas de pastoreo y sus claros arroyos, alimenta a nuestro ganado y mantiene a nuestras familias. A cambio, nosotros debemos cuidarlo para las próximas generaciones”, afirma el pastor de 41 años. Muchos de sus compañeros de oficio piensan lo mismo.
En Ar Horqin, las prácticas nómadas tradicionales se remontan al Neolítico y permiten que la comunidad viva en armonía con la naturaleza. La zona, reconocida a escala internacional como un modelo ecológico de éxito, combina en la actualidad tradición y modernidad para adoptar las últimas tendencias en desarrollo sostenible, tanto online como sobre el terreno.
En mayo del año pasado, el sistema nómada de pastos de Ar Horqin pasó a formar parte de la lista de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). La clasificación de la agencia de la ONU engloba “sistemas de comunidades humanas, vivos y en evolución, que están estrechamente relacionados con su tierra, su cultura, su paisaje agrícola o, en un sentido más amplio, con su entorno social o biofísico”.
Cien kilómetros de travesía
Desde 2005, la FAO ha designado al menos 78 sistemas de patrimonio agrícola en 24 países. A finales del año pasado, China contaba con 19 entradas en la lista –entre ellas, Ar Horqin– y era la nación del mundo que más presencia tenía en ella.
Según la agencia de Naciones Unidas, el estilo de vida tradicional de los nómadas mongoles y sus formas de producción originales “se han conservado bien” en Ar Horqin. El hecho de que los nómadas se desplacen constantemente en busca de diferentes pastos en cada estación del año es clave para el desarrollo sostenible de la zona, ya que permite que tanto la vegetación como la tierra y otros recursos limitados puedan renovarse y prosperar.
Alrededor de 15.000 personas viven en la región protegida como patrimonio. Cada año, a mediados de junio, muchos pastores se trasladan con su ganado a los prados del norte. El viaje, que cubre 100 kilómetros, puede durar hasta tres días. Transcurre junto a las montañas del Gran Jingan a través de tres importantes vías fluviales.
Según explica Zhou Wenlong, subdirector del centro de protección del patrimonio cultural agrícola de Ar Horqin, en cada campaña anual participan a la vez grupos formados por entre tres y ocho familias, cada uno con cerca de 1.000 ovejas y 300 vacas, con el fin de minimizar el impacto medioambiental. En la zona de pastoreo estival, que se extiende a lo largo de una superficie de más de 173.000 hectáreas, los mongoles levantan yurtas tradicionales y evitan el sobrepastoreo en las praderas que comparten. “Allí no hay vallas ni parcelas, lo que permite que los ganaderos disfruten de un entorno natural que garantiza la biodiversidad de la zona”, relata Zhou. Cuando el clima refresca, los pastores de Ar Horqin llevan al ganado de regreso hacia el sur, donde cuentan con una extensión de 160.000 hectáreas para pasar el invierno.
Prácticas protegidas
“Es un ciclo clave, que refleja la sabiduría de sus predecesores. Ellos ya se dieron cuenta de que era importante mantener ese delicado equilibrio entre el desarrollo humano y el medio ambiente”, prosigue Zhou.
En la carta de felicitación que dirigió a la Conferencia Internacional sobre Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial en julio del año pasado, el presidente chino, Xi Jinping, recordó que la humanidad tiene la responsabilidad de proteger su patrimonio agrícola. Según recalcó, China ha respondido al programa impulsado por la FAO y ha estado velando por la continuidad de estos sistemas dentro de sus fronteras.
De acuerdo con la agencia de Naciones Unidas, la gestión nómada de los pastos de Ar Horqin se basa en la sabiduría tradicional y en una experiencia acumulada durante generaciones. En este sistema, los pastores impulsan un ecosistema saludable. A su vez, las características especiales que tiene el entorno natural propician que exista una cultura única.