China es famosa por su cerámica tradicional desde la Antigüedad. No obstante, la industria se ha topado con un problema: ¿qué hacer con los residuos cerámicos no degradables que genera?
En Jingdezhen, situada en la provincia de Jiangxi y conocida como la capital de la porcelana, se producen más de 60.000 toneladas de desechos de este tipo al año. Junto con los del resto del país, suman 18 millones de toneladas.
En el pasado, con los hornos de leña, cuando solo el 30% de la producción cerámica llegaba a término, lo mucho que sobraba se arrojaba a las zonas bajas de la ciudad para evitar inundaciones o se usaba para construir alcantarillas, muros y estanques.
Sin embargo, el volumen de la producción actual obliga a buscar maneras más respetuosas de tratar los residuos. En 2018, el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente publicó una normativa para controlar las emisiones contaminantes. En 2020, emitió otro documento que especificaba cómo detectar, calcular o evaluar fuentes de contaminación. También la industria cerámica se ha puesto en marcha.
El fabricante de azulejos Oceano ha creado un sistema de reciclaje ecológico que permite reutilizar la mayoría de sus residuos y convertirlos en materiales de construcción. La empresa Yi Design, experta en edificación sostenible, ha desarrollado ya cuatro tipos de tejas y ladrillos con esta base. Son una buena alternativa al hormigón para ciudades esponja, ya que permiten almacenar agua de lluvia gracias a su gran permeabilidad.