En 2008, la mayor parte de la Reserva Natural del Humedal del Lago Chenhu estaba dedicada a la acuicultura y desprendía un olor nauseabundo. Así lo recuerda Feng Jiang, trabajador de la oficina que gestiona esta zona protegida de 11.600 hectáreas situada en Wuhan, provincia de Hubei. A lo largo de los años, ha podido ver cómo se iba recuperando.
El humedal del lago Chenhu no solo alimenta al caudaloso Yang-tsé, el río más largo de Asia. También es un punto clave dentro de sus tramos medio y bajo. Diversas aves migratorias invernan, crían y descansan aquí, como el cisne de la tundra o el ánade real.
La fuerte contaminación ahuyentó a estos animales durante mucho tiempo, pero hoy la situación es distinta gracias al esfuerzo que se ha hecho para limpiar el agua y regular la industria de los alrededores.
Se estima que cerca de 100.000 aves migratorias se detuvieron el año pasado en la reserva para pasar el invierno, un aumento espectacular respecto a las 20.000 o 30.000 que se avistaron en 2008.
“Es el mayor número jamás registrado”, afirma Feng. Según este ingeniero de 41 años, la evolución de Chenhu es una pequeña muestra de los avances que se han producido en la cuenca del Yangtsé, pero también en toda China, gracias al proyecto nacional de “civilización ecológica”. Este concepto, impulsado por el presidente Xi Jinping, persigue alcanzar un desarrollo equilibrado y sostenible, en el que los seres humanos convivan en armonía con la naturaleza.
Incidir en todos los ámbitos
Feng confiesa que, en 2012, se sintió aliviado cuando se celebró el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) y se puso el foco en construir una “civilización ecológica”. En aquella cita no solo se registró este concepto en los Estatutos del PCCh, sino que el Partido consideró prioritario planificar un desarrollo que fuera respetuoso con el medio ambiente en todos los ámbitos: económico, político, cultural y social.
“Desde entonces, los Gobiernos de las distintas administraciones comenzaron a apoyarnos más con medidas y subvenciones”, dice. Recuerda que, en 2013, Wuhan creó un sistema de indemnizaciones para los agricultores que sufren pérdidas debido a los daños causados por animales salvajes o por las restricciones impuestas en la zona del humedal protegido. La ciudad destina cada año 15 millones de yuanes (1,9 millones de euros) a esta partida.
Desde 2016, cuando Xi presidió en Chongqing una conferencia internacional sobre el Cinturón Económico del Río Yangtsé, se han adoptado muchas otras medidas medioambientales. El presidente señaló que era preciso coordinar esfuerzos para salvaguardar el río y prohibir excesos en su cauce. Según cuenta Feng, después de aquello la reserva de Chenhu se empezó a proteger más. En 2017, se eliminaron todas las jaulas destinadas a acuicultura. Dos años más tarde, las autoridades del distrito de Caidian comenzaron a desmantelar el resto de explotaciones de la zona.
Guo Lanfeng, funcionario de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, destaca que se están realizando grandes esfuerzos para controlar la contaminación del Yangtsé y restaurar sus ecosistemas. En 2021, se impuso una moratoria sobre la pesca de una década. Además, se ha mejorado la gestión de las orillas, luchado contra los muelles ilegales, vigilado las irregularidades en la explotación de arena y eliminado pequeñas centrales hidroeléctricas. También se han plantado árboles a lo largo del cauce y se están recuperando lagos y humedales.
En su lucha contra la contaminación, China ha involucrado a la industria química, la naviera y la agrícola, pero también a empresas de gestión de desechos y aguas residuales. Ya se han cerrado, reubicado o reconvertido más de 9.000 empresas químicas, lo que ha puesto fin al cerco que sufría el río por culpa de este sector.