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Una asociación de largo recorrido

Una asociación de largo recorrido

China y la Unión Europea tienen motivos para entenderse y trabajar juntas. Según el autor, las relaciones entre ambas potencias son clave para devolver la estabilidad al mundo
12 May 2025 15:28

En 1975, China y la Comunidad Europea –predecesora de la UE– establecieron relaciones diplomáticas. Desde entonces, ambas han diseñado y adoptado numerosas estrategias para colaborar de forma exhaustiva a largo plazo con el fin de beneficiar a sus economías y ciudadanos.

Hace más de una década, China lanzó dos iniciativas distintas pero relacionadas entre sí que han mejorado la conectividad entre Europa y China: el mecanismo de Cooperación entre China y los Países de Europa Central y Oriental (PECO) y la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés).

Entre 2014 y 2019, cuando Jean-Claude Juncker presidía la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, no existía la preocupación de que colaborar con China pudiera poner en peligro el sistema político occidental y el progreso económico y tecnológico. La confianza política entre ambas potencias era elevada. Aunque hoy parezca increíble, cuando en 2014 se lanzó el Plan de Inversiones para Europa, se consideró que la BRI era una iniciativa que se alineaba con los objetivos de la UE.

Como socia en desarrollo de tecnología punta, Europa consideraba a China una igual, así como un actor clave en la gobernanza mundial. No hubo entonces debates sobre reducción de riesgos, sanciones ni peticiones para prohibir que las empresas chinas pudieran competir en los mercados europeos. En aquel momento, la UE mantuvo su postura hacia China y trabajó para desarrollar un diálogo estratégico más coherente, que se centraba en la cooperación económica e ignoraba la política de las grandes potencias.

A partir de 2019, bajo la presión política de las potencias occidentales y los enfoques extremadamente sesgados procedentes de los medios de comunicación e incluso del mundo académico, Bruselas recibió y aceptó la diplomacia china en Europa con frialdad. La Unión Europea ha adoptado el modelo político antichino de Estados Unidos, lo que ha complicado las relaciones y obstaculizado la colaboración con el país.

A pesar de los grandes desafíos a los que se ha enfrentado China en Europa en los últimos seis años, y mientras espera que Bruselas adopte una postura más autónoma en materia de cooperación comercial y tecnológica, el país ha continuado persiguiendo la armonía con la UE. China no se ha sumado al espíritu proteccionista, desglobalizador y de sanciones que no han sido aprobadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y ha seguido dedicándose a construir asociaciones bilaterales estables y de confianza a largo plazo con Europa.

En la actualidad, el orden de la posguerra fría está sometido a más presiones que nunca para alcanzar su punto final, ya que la nueva Administración estadounidense pretende hacer añicos el multilateralismo, las instituciones y los principios organizativos del actual régimen mundial. Estados Unidos está demostrando de forma explícita que no utilizará su enorme poder económico y estratégico para garantizar la estabilidad y la prosperidad de otros países. Por ello, las relaciones que establezcan Europa y China se revelan cruciales para la estabilidad mundial.

Europa y China deben interpretar el caos actual de las relaciones internacionales como una gran oportunidad para trabajar juntas y devolver la estabilidad al mundo. Han de proteger un comercio multilateral basado en normas, que tome como base la Organización Mundial del Comercio.
Las perspectivas de la UE y de China sobre relaciones internacionales tienen mucho en común: ambas abogan por construir un mundo que tenga múltiples polos y la geopolítica no lastra la historia de sus intercambios. La firmeza de China como amiga de Europa funciona como un cortafuegos que preserva y protege sus relaciones, incluso en tiempos difíciles.

Muchas herramientas positivas para mejorar las relaciones entre Europa y China ya están sobre la mesa, como por ejemplo el Acuerdo Global de Inversiones. Cuando se cumplen 50 años de la colaboración entre ambas potencias, ha llegado el momento de reactivarlo, ya que facilitaría que las empresas europeas y chinas pudieran hacer negocios y estabilizaría el comercio mundial.

La diplomacia china en los países de Europa Central y Oriental continúa siendo un pilar clave para sus relaciones con el continente. La colaboración entre China y los PECO ha demostrado no dividir a Europa, así como respetar y aceptar las normas y estándares de la UE. El comercio con China ha crecido, el país ha invertido en infraestructuras energéticas y de transporte y los bancos chinos han abierto sucursales en países de Europa Central y Oriental.

La profunda colaboración que existe hoy entre China y los PECO incluye intercambios estudiantiles, académicos y empresariales, pero todavía no ha alcanzado su máximo potencial. Se trata de un modelo de cooperación que se enfrenta al reto de revitalizarse y de responder ante los cambios que se están produciendo en las relaciones internacionales.

La colaboración entre China y los PECO puede mejorar su agenda si se suma a la Iniciativa de Civilización Global y, en vez de fijarse en las diferencias, prioriza proyectos que tengan valores chinos y europeos en común.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta, que ha logrado grandes avances, se ha expandido a nuevas áreas geográficas y ha ampliado sus formas de colaboración, debería regresar a Europa por la puerta grande. Desde 2013, la colaboración de China con los Países de Europa Central y Oriental ha estado profundamente alineada con la BRI. Reforzar ese vínculo permitiría dar un nuevo impulso a estas relaciones y disminuir su aislamiento dentro de Europa.

Jasna Plevnik es fundador y presidente del Foro Geoeconómico de Croacia. Esta es una versión traducida y resumida de un artículo originalmente publicado en ‘China Daily’, que no comparte necesariamente las opiniones expresadas por el autor.