China comparte estos días con el mundo la experiencia que ha acumulado controlando el avance de la arena durante los últimos 50 años en la 16ª Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés), que se inauguró el 2 de diciembre en Riad (Arabia Saudí).
Guan Zhi'ou, jefe de la delegación china en la COP16 y director de la Administración Nacional de Silvicultura y Praderas, aseguró que los destacables logros del país a la hora de abordar la desertificación han despertado interés en todo el mundo.
“Al conseguir frenar la desertificación por un lado y recuperar tierras arenosas por otro, China ha conseguido una doble meta, lo que le ha convertido en el primer país del mundo que alcanza el objetivo de revertir la degradación del suelo”, señaló.
Un referente en reforestación
El Pabellón de China en la sede de la COP16 inauguró el 2 de diciembre una exposición que repasa la historia y los logros cosechados por el Programa de la Franja Forestal Protectora de los Tres Nortes, uno de los proyectos más importantes que ha llevado a cabo el país para detener el avance de los desiertos. El recinto, que cuenta con una superficie de 608 metros cuadrados, acoge diversas actividades hasta el 13 de diciembre, último día de la conferencia.
En 1994, China fue uno de los primeros países que se unieron a la Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación. Dieciséis años más tarde, puso en marcha su programa de los Tres Nortes, con el que se ha construido una “Gran Muralla verde” a lo largo de 13 regiones con categoría de provincia en el norte del país, que abarca 4 millones de kilómetros cuadrados.
En los últimos 46 años, la tasa de cobertura forestal del área que se incluye en el proyecto ha pasado de poco más del 5% a casi el 14%, según detalló Guan. Además, subrayó que China tiene en la actualidad la mayor superficie de tierra reforestada del mundo y es el país que más contribuye a reverdecer el planeta.
Andrea Meza Murillo, subsecretaria ejecutiva de la UNCCD, aseguró haberse “conmovido mucho al ver imágenes de distintas generaciones de chinos luchando contra la desertificación”. Según señaló, el mundo puede aprender de la experiencia del país en lo que respecta a buen liderazgo, buenas políticas, compromiso por parte de la sociedad y los gobiernos, conocimiento tradicional, tecnología e innovación.
“El proceso que ha llevado a cabo China supone un gran paso y demuestra que se puede adoptar un desarrollo sostenible. Es posible hacerlo”, añadió Meza Murillo.
Hacia una “civilización ecológica”
De acuerdo con Guan, uno de los secretos que se esconden detrás del éxito de China a la hora de frenar la desertificación ha sido la adhesión del país a la filosofía propuesta por el presidente Xi Jinping, que afirma que “montañas, ríos, bosques, tierras de cultivo, lagos, praderas y desiertos forman una comunidad de vida”.
“El Gobierno chino concede una gran importancia a la construcción de una civilización ecológica. Se trata de un concepto integrado dentro del diseño general de la causa socialista con peculiaridades chinas, junto con el desarrollo económico, político, cultural y social”, detalló. “El pensamiento del presidente Xi sobre la civilización ecológica se ha convertido en el principio rector clave a la hora de controlar la desertificación en China de forma integral”, apostilló.
La Convención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación se estableció en 1994 y, junto con la del cambio climático y la de diversidad biológica, constituye uno de los tres principales tratados de la ONU, conocidos en su conjunto como las Convenciones de Río.
Según diversos informes que se presentaron el año pasado en esta convención, la degradación del suelo afecta a al menos 1.200 millones de personas en todo el mundo, así como a 1.500 millones de hectáreas de la superficie global, que se estima que se extiende 100 millones de hectáreas cada año.
El principal órgano de toma de decisiones de las 197 partes que componen la convención contra la desertificación (196 países y la Unión Europea) llevará a cabo una evaluación intermedia de su marco estratégico para 2018-2030 durante la COP16, cuyo lema es “Nuestra tierra. Nuestro futuro”.
“China continuará compartiendo tecnología, intercambiando experiencias y aportando sabiduría y fuerza para lograr el objetivo global de invertir la degradación de la tierra para 2030, así como para alcanzar las metas a largo plazo de la Iniciativa Mundial sobre Tierras del G-20”, informó Guan. “Con ello, aspira a detener el avance de la desertificación y a hacer del mundo un hogar bello y habitable”.