Olvide esas imágenes de fábricas echando humo negro sobre las ciudades: parece que a China le está yendo bien con sus medidas de limpieza a favor del medio ambiente. A pesar de que el país se ha consolidado como segunda economía del mundo desde que logró esa posición hace 10 años, sorprende constatar que la calidad de su entorno ha mejorado.
En la década precedente a 2017, las emisiones de dióxido sulfúrico han caído un 72%; las de demanda química de oxígeno, un 46%; y las de oxinitruro, un 34%.
Así lo anunció el viceministro de Ecología y Medio Ambiente, Zhao Yingmin, al publicarse en Beijing el Segundo Censo Nacional sobre Fuentes de Contaminación. Capacidad para limpiar “Los datos demuestran los grandes logros que ha conseguido China en los últimos años”, afirma Zhao. Llama la atención que las emisiones se hayan reducido al mismo tiempo que ha aumentado la producción agrícola e industrial.
De hecho, la fabricación de papel ha crecido un 61% pese a que el número de empresas en ese sector haya descendido un 24%. También la producción de acero ha subido un 50% a la vez que la cantidad de fabricantes se ha reducido a la mitad.
Además, la capacidad del país para eliminar agentes contaminantes también ha escalado. En el mismo período, el número de plantas industriales para la eliminación de aguas residuales se multiplicó por 1,4, mientras que las destinadas a la desulfuración lo hicieron por 2,3; y las de extracción de polvo, por 4.
El informe también revela que la agricultura y los hogares se cuentan entre las fuentes que más contribuyen a la contaminación del agua; mientras que los vehículos de motor son los que más oxinitruro y sustancias orgánicas volátiles arrojan al aire. Por ello, plantean mayores desafíos en términos de gestión y supervisión.