En vez de celebrar la llegada del fin de semana yendo a un bar o a un restaurante, el ingeniero eléctrico Chu Qing acude al Parque del Siglo de Shanghai para empezar su segundo trabajo como científico ciudadano.
Junto a sus compañeros, un recién doctorado y dos estudiantes universitarios de biología, trata de localizar a diez ranas que llevan incorporado un micro transmisor de radio. Cuando llegan, sacan sus telémetros, los sintonizan a la misma frecuencia y escuchan con atención el sonido que les devuelven sus auriculares. Cuando más cerca estén de ellas, más intensos serán los pitidos.
El objetivo del grupo consiste en identificar los patrones de movimiento del sapo asiático y de la rana de charca de rayas doradas de Beijing. Lo explica Zhang Wei, investigador del Museo de Historia Natural de Shanghai y director del proyecto, uno de los muchos de ciencia ciudadana que el centro lanzó en agosto.
Hace dos décadas, había una docena de especies de ranas en Shanghai, pero ahora solo quedan seis. Para Zhang, conocer cómo se desplazan estos animales es importante para que los planificadores urbanos puedan darles el espacio que necesitan a la hora de diseñar futuros parques en la ciudad. “En realidad sabemos poco acerca de muchas especies que nos parecen comunes y necesitamos la ayuda de los ciudadanos para conocerlas mejor”, señala.
Chu, que llegó a Shanghai para estudiar en 2002 procedente de Luzhou, provincia de Sichuan, se apuntó al proyecto porque ama la naturaleza. “En aquellos tiempos había más biodiversidad, pero la expansión de la ciudad ha sido rápida y los edificios se han apoderado de ella”, se lamenta.
Su expedición del viernes por la noche terminó a las 22.00 y se saldó con la localización de nueve de las diez ranas monitorizadas. Una de ellas apareció muerta, seguramente por culpa de un cortacésped, y a la que faltaba es posible que se la llevaran los pájaros.
Más de un siglo de historia
La llamada ciencia ciudadana, en la que personas no necesariamente formadas ayudan a los expertos a recopilar datos para sus investigaciones, se remonta por lo menos a 1900, cuando la organización estadounidense National Audubon Society propuso un recuento anual de aves por Navidad.
Desde entonces, las nuevas tecnologías han propiciado que este recurso se utilice con más frecuencia. También la creciente concienciación por parte de la sociedad sobre la importancia de cuidar el medio ambiente ha alimentado su popularidad en China.
La organización One Planet Foundation, con sede en Shenzhen, tiene un proyecto de este tipo en la Región Autónoma Uygur de Xinjiang. En concreto, ha animado a las comunidades locales a que le ayuden a monitorizar leopardos de las nieves en la montaña de Tianshan.
Un trabajo en equipo
El pasado verano, el Museo de Historia Natural de Shanghai lanzó Tingyouchong, una aplicación móvil que en chino significa literalmente “escucha, hay un insecto”. Está pensada para que las personas puedan cargar en ella tanto fotos de insectos como archivos con los sonidos que emiten o información sobre dónde los encontraron. A cambio, la app les revela cuál puede ser la identidad de los animales y, si no los tiene registrados, los archiva en su base de datos. El 15 de agosto, el museo presentó una versión mejorada de la app llamada Find Nature, que incorpora también anfibios, reptiles, mamíferos y aves.
Para Wang Tianhou, profesor de ecología en la Universidad Normal del Este de China, el museo tiene mucho mérito por haber conseguido reunir a los vecinos en torno a la naturaleza. “Les permite saber que todos pueden ser científicos y participar en una investigación importante”, señala el docente, que aplaude también la labor de la Wild Bird Society de Shanghai, un grupo dedicado a la ornitología.
Yuan Xiao, director adjunto de la Administración para la Protección y la Gestión de la Vida Salvaje de Shanghai, recuerda que los investigadores del Jardín Botánico de Chenshan tardaron una vez cinco años en terminar un proyecto sobre las plantas en la ciudad. “Si hubiesen recibido ayuda, podrían haberlo completado en un año”, asegura Yuan, que considera extremadamente valioso el trabajo de los científicos ciudadanos.