La proliferación de etiquetas de Identificación Geográfica Protegida (IGP) en la provincia de Hunan está impulsando la calidad y las ventas de los productos alimentarios locales, además de beneficiar a los trabajadores de la zona. Estos distintivos no solo acreditan el origen de los artículos, sino también que han sido elaborado bajo estándares medioambientales o culturales concretos. Se trata, en definitiva, de una forma de propiedad intelectual que los protege de imitaciones.
Para alcanzar este reconocimiento, los productos deben cumplir varios requisitos, como haber sido elaborados, procesados y testados de acuerdo con una serie de criterios unificados, explica Gu Wei, funcionario de la Administración Nacional de Propiedad Intelectual de China. “Una vez que se otorga la etiqueta IGP, esta puede jugar un importante papel en el desarrollo de sectores específicos e impulsar la economía local”, afirma Gu, que en la actualidad es director adjunto del condado de Sangzhi, en Hunan, para luchar contra la pobreza
Con ese objetivo en mente, Gu y sus compañeros están tratando de que más productos de la provincia consigan el distintivo, entre ellos el cerdo negro y las hojas de junco, que se utilizan como envoltorio para un tipo de bolas de arroz llamadas zongzi. En Hunan, el cangrejo de río de Junshan o los melocotones amarillos de Yanling ya están acreditados.
Un trabajo en equipo
El cangrejo de río de Junshan era poco conocido antes de lograr su Identificación Geográfica Protegida, en marzo de este año. La etiqueta le ha ayudado a obtener un mayor reconocimiento por parte de los compradores y ha aumentado su precio en un 5%, señala Zhou Yongjun, director del Consejo Regulador del Mercado de Junshan.
“Se ha trabajado mucho para mejorar la calidad de este producto”, relata. No solo se han unificado los estándares de producción y envasado, sino que se ha creado una asociación local de cangrejeros, criadores y procesadores para construir una cadena industrial completa.
“Traen a expertos y organizan charlas sobre estándares de producción, políticas, tecnologías, coordinación o construcción de marca”, explica Zhou. “Luego las empresas hacen pedidos a los criadores, procesan el género y lo venden”. En Junshan hay ya 4.800 hectáreas dedicadas a la cría del cangrejo de río y las trece firmas que se dedican al sector facturan al día 580 toneladas.
Los melocotones amarillos de Yanling, que se cultivan en el condado de Yanling, dentro de la ciudad-prefectura de Zhuzhou, tienen una historia similar. Consiguieron una IGP nacional en 2016, lo que les obliga a cumplir estrictas normas para poder lucir la etiqueta. Entre otros requisitos, esta fruta debe llevar menos fertilizantes que otras, cultivarse en Yanling a entre 300 y 1.000 metros sobre el nivel del mar, recolectarse cuando haya madurado por completo para asegurar que su sabor sea dulce o envasarse de manera muy cuidada.
Así lo explica Tan Zhongcheng, secretario general de la Asociación de la Industria del Melocotón Amarillo de Yanling. “Estas normas garantizan que tengan una buena recepción en el mercado”, afirma, y recuerda que cada año se exportan 200 toneladas a países como Singapur o Vietnam.
Productos para prosperar
El reconocimiento de la calidad de estos dos productos a nivel nacional mediante la concesión de etiquetas IGP está contribuyendo a reducir la pobreza. La industria del melocotón amarillo de Yanling, que produce 51.000 toneladas de esta fruta al año, da de comer a 8.256 familias y ha sacado de la pobreza a 4.700 de ellas, que ganan una media de 8.800 yuanes (1.130 euros). En Junshan, los cangrejos han conseguido que 201 de los 2.102 hogares involucrados en este sector dejen de estar necesitados.
Además, relata Zhou, el Consejo Regulador del Mercado local ha promovido el turismo en Junshan mediante campañas de promoción y acuerdos con agencias de viajes. Según afirma, la zona recibió una media de 350 compradores procedentes de fuera cada día de julio. Cada uno de ellos gastó un promedio de 38 euros, lo que elevó las ganancias diarias de más de 13.400 euros. De acuerdo con sus cálculos, el distrito espera generar entre 4 y 6 millones de euros al año con estas ventas.