Cuando algunas escuelas chinas comenzaron a introducir el concepto de educación positiva, muchos padres temían que los programas sacrificaran el rigor académico. Sin embargo, la ciencia demuestra que este nuevo método que potencia la curiosidad, el optimismo, el liderazgo, el trabajo en equipo, la capacidad de adaptarse y la planificación a largo plazo elevan el grado de satisfacción de los alumnos y mejoran sus resultados escolares.
“Algunas personas malinterpretan el concepto”, afirma Zhao Yukun, director del Centro de Investigación de Psicología Positiva en la Universidad de Tsinghua. “Piensan que el objetivo es que los niños sean lo más felices posible. Si fuera simplemente así se les complacería, se les permitiría que solo atendieran a su voluntad”, explica. “Pero de esta forma no estarían realizados de manera sostenida. Desarrollamos habilidades que mejoren el bienestar a largo plazo”, asegura.
Para Zhao, la psicología positiva va más lejos que un mero entrenamiento de los sentimientos. “Te sientes bien contigo mismo, pero a la vez aportas algo al resto. Persigues el significado de la vida”.
En una escuela asociada a la Universidad Tsinghua en Beijing se está probando un currículo basado en la educación positiva que impulsa el desarrollo del carácter a través de clases y actividades.
En el primer grado mejoran el comportamiento social. “Cuando juegan al fútbol, les pedimos que actúen con deportividad”, explica Zhang Huayu, el subdirector de la escuela. En el segundo grado, trabajan la negociación y la colaboración. “Resuelven conflictos en equipo”, apunta. En el tercer grado, el énfasis se pone en la autodisciplina y la mejora personal. “Instamos a los chicos a que se preparen de manera activa para un partido de fútbol. Deben hacer algo que les cueste, como correr todas las mañanas”, cuenta. En el cuarto grado hablan de honestidad e integridad. El quinto se enfoca en la responsabilidad y el sexto, en el respeto y la gratitud.
Apoyo institucional
Liu Lipin, un alto cargo del distrito Qingyang de Chengdu, provincia de Sichuan, aboga por una educación positiva en las escuelas de China. “Los centros en los que la hemos probado son los mejores de la zona. Sus alumnos obtuvieron muy buenas notas en el examen de acesso a la universidad”, dice. “Pero hay algún problema. Los maestros están exhaustos, los estudiantes también y los padres están preocupados por el rendimiento académico”, añade.
Liu dice que “debido a que las notas son casi el único indicador de éxito, los padres ignoran los puntos fuertes reales de los niños. Simplemente miran las calificaciones. Desaniman a los niños en cualquier otra dirección que no sea sacar un sobresaliente”.
Los cambios en las escuelas conducen a una mejor relación entre estudiantes, maestros y padres. “Uno de los aspectos del plan de estudios consiste en pedirles a los niños que hablen con los padres sobre tres cosas buenas que les suceden cada día y viceversa”. La idea mejoró la confianza de los chavales y la relación de los padres con estos.
Los estudios acerca de las escuelas que implantaron la educación positiva convienen que un currículo que mira por el bienestar de los estudiantes mejora el rendimiento académico.
El distrito Zengcheng de Guangzhou, provincia de Guangdong, lanzó un programa de este tipo en 2014. El porcentaje de alumnos admitidos en la universidad aumentó del 28% al 41% el año pasado. Los suicidios se redujeron de siete a uno.
En el Decimonoveno Instituto de Educación Secundaria en Beijing, el porcentaje de estudiantes que ha entrado en universidades de primer nivel aumentó del 70 al 75% en tres años.
Peng Kaiping, profesor de psicología y decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Tsinghua, recalca que la psicología positiva se basa en conclusiones comprobables, no en sentimientos vagos. La investigación ha probado que las personas usan la tecnología y la capacitación para mejorar sus emociones de manera significativa.