Zhang Yuqing anduvo preocupada por las manzanas de su huerto durante diez intensos días de agosto. “Tenemos que cortar las ramas con cuidado para que la fruta reciba la mayor cantidad de luz solar posible. Es fundamental para su color y sabor”, se escuchaba decir a esta productora de 66 años. Para ella, ocuparse de un árbol es como cuidar de un bebé. “Hay que saber qué necesita en cada etapa de crecimiento”, asegura. En Liujiawang, su pueblo, la llaman “la madre de las manzanas” por la atención que dispensa a sus frutales. Lleva 30 años dedicándose a este cultivo en Yantai, provincia de Shandong, donde su experiencia y su esfuerzo reflejan bien cómo ha evolucionado esta industria, clave en el sector agrícola.
En los últimos años, Zhang ha ido reemplazando los árboles antiguos de su parcela por variedades nuevas. Gracias al uso de tecnología mejorada y a inversiones en comercio con el extranjero, los centros de cultivo de toda China cumplen cada vez con más estándares internacionales, lo que ha ampliado su mercado tanto dentro como fuera del país.
A prueba de imitaciones
Para mejorar la calidad y cantidad de sus crujientes manzanas rosadas y rojas, Yantai está actualizando sus cultivos, apostando por procesos automáticos y mejorando la clasificación y el transporte de las piezas. Con ello espera que lleguen a más destinos. La ciudad cuenta con 186.660 hectáreas dedicadas a estos frutales, que producen 5,6 millones de toneladas de manzanas al año. De ellas, 600.000 se exportan a 82 países y regiones de todo el mundo, entre ellas el Sudeste Asiático, Europa o Estados Unidos.
Tras haber sido incluidas en la lista de las cien indicaciones geográficas protegidas (IGP) de China, que cuenta con el apoyo de la Unión Europea, se espera que las manzanas de núcleos agrícolas como Yantai lleguen todavía a más destinos. Esta etiqueta se entrega a productos que proceden de lugares específicos, y cuyas cualidades y reputación se deben precisamente a su lugar de origen. El año pasado, tanto el país asiático como la UE tomaron medidas para proteger de esta manera doscientos productos de ambas latitudes ante posibles imitaciones, cien de cada territorio.
Protegidas por un sello
En el caso de las manzanas chinas, existen cuatro zonas que cuentan con indicación geográfica protegida: Yantai y el distrito de Wendeng de la ciudad de Weihai, ambas en la provincia de Shan-dong; el condado de Jingning, en la provincia de Gansu; y el condado de Jixian, en la de Shanxi.
“Figurar en la lista es muy importante para convertir nuestra fruta en una marca global y expandir nuestro mercado internacional”, asegura Wu Chenguang, subdirector del Buró de Agricultura y Asuntos Rurales de Yantai. Las principales empresas de la ciudad se están poniendo al día para conseguir este propósito. La firma Qilu Quanyuan, por ejemplo, invirtió el año pasado 1,32 millones de euros en una máquina que permite clasificar manzanas de forma automática. Tiene cámaras que detectan el color, el aspecto y las características de las piezas antes de envasarlas.
En la vecina Weihai, las 11.000 hectáreas de huertos de Wendeng producen 220.000 toneladas de esta fruta al año. Además, en sintonía con los planes que aspiran a expandir la industria, se ha creado un moderno parque industrial de 2.600 hectáreas para darles salida. En Jingning, Gansu, las propicias condiciones climáticas y ambientales permitieron obtener 820.000 toneladas de manzanas en 2020, mientras que en Jixian, en Shanxi, la producción se extiende por casi 19.000 hectáreas. En este condado, las 200.000 toneladas de fruta que se obtienen cada año generan más de 132 millones de euros. La industria da trabajo a 90.000 agricultores y se calcula que en los últimos 30 años ha sacado a 23.000 personas de la pobreza.