Dos años después de jubilarse, Zhu Xianwen asumió la tarea de proteger los humedales de su pueblo, situado en la provincia de Jiangsu. Pescador durante casi toda su vida, desde 2016 se dedica a concienciar a sus antiguos compañeros de gremio sobre la importancia de cuidar el entorno natural de las aves migratorias y marinas. Incluso ha persuadido a algunos de ellos para que cedan sus tierras a las autoridades locales.
Lo hace porque su municipio, Jianggang, que pertenece a la ciudad de Yancheng, pasó en 2019 a formar parte del Santuario de aves migratorias en el litoral del mar Amarillo y del golfo Bohai de China (fase I), designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. “El nombramiento va a salvar nuestras marismas y evitar que se destruyan para ganar tierra al agua, lo que garantizará el sustento de varias generaciones de pescadores”, afirma Zhu, de 65 años.
“Si soy sincero, esto es en realidad lo que me empuja a cuidarlas”, confiesa. Nunca sospechó que estas llanuras intermareales junto al mar Amarillo, paraíso para aves, cercanas a su casa y conocidas por los habitantes de la zona como Tiaozini, fuesen a convertirse en un territorio clave de la reserva. Por ello, el Gobierno provincial de Jiangsu planea recuperar 66.667 hectáreas de Yancheng para la causa.
Adiós a la sobrepesca
En total, toda el área protegida dentro de la fase I se extiende a lo largo de 186.400 hectáreas por los distritos de Dongtai, Sheyang, Dafeng y Tinghu. La parte de Yancheng que queda cerca de los estuarios de los ríos Yangtsé y Amarillo, muy rica en sedimentos, ocupaba antes 582 kilómetros de costa, pero su superficie crece continuamente y sigue ganando terreno al mar.
Las autoridades de la ciudad han tenido que hacer grandes sacrificios para defender su proyecto de salvaguarda y demostrar su compromiso ante la comunidad internacional, señala Yuan Yongjun, subdirector de la comisión de desarrollo. Según recuerda, el hecho de que la zona sea Patrimonio de la Humanidad significa que ya no puede destinarse a actividades económicas, como se había contemplado durante mucho tiempo.
“A partir de ahora, se convertirá en hábitat de aves”, informa. Yu Quansheng, subdirector del departamento de planificación y recursos naturales de Yancheng, anunció que las actividades que se desarrollan en la actualidad en la zona irán apagándose de forma gradual. Pese a que los contratos de arrendamiento no han vencido, tierras de cultivo o las parcelas de pesca a los particulares y empresas que las tenían alquiladas, incluida una superficie de 533 hectáreas en Tinghu.
“Todo ello supondrá una fuerte inversión, ya que cada hectárea de agua suele costar más de 15.000 yuanes (1.886 euros) al año”, afirma Yu, quien calcula que se necesitarán entre 600 y 700 millones de yuanes (75 y 88 millones de euros) para comprar y proteger toda la superficie.
Debido a las operaciones para ganar terrenos al agua, la invasión de gramíneas, la sobrepesca y el exceso de cultivos, estas marismas costeras han sufrido mucho más que otras similares. Wu Qijiang, director del departamento que gestiona la licitación de los humedales como patrimonio mundial, lo tiene claro: “Aunque Yancheng vaya a tener pérdidas económicas, es evidente que ganará en ecología”.