Los woks artesanos se han convertido en un objeto de deseo en China. La fiebre por estas sartenes abombadas de gran fondo tiene su origen en A Bite of China (un mordisco de China), un programa que aborda la cultura gastronómica del país. El primer episodio de la tercera temporada, que se estrenó durante la Fiesta de la Primavera el pasado febrero, discurre en una fábrica de woks hechos a mano del distrito de Zhangqiu en Jinan, provincia de Shandong. Uno de los empleados describe los 12 pasos que hay que seguir para fabricar estas sartenes. Lo más sorprendente son los 36.000 martillazos que requiere el fondo para adquirir el aspecto de un espejo.
Liu Zimu es el gerente de la fábrica: “Nada más terminar el programa, se vendieron 2.000 woks: todo el inventario. En una semana entraron cientos de miles de pedidos”, explica. “La plantilla la forman 50 artesanos que fabrican 100 sartenes al día. Si quisieramos cumplir con todos los pedidos, necesitaríamos dos años”, añade.
Los woks cuestan entre 43 y 127 euros, si bien uno fabricado por un maestro artesano alcanza los 166. En Tmall, una tienda online, las ventas de los de Zhangqiu se han multiplicado por 6.000. La abrumadora demanda ha provocado el cierre del comercio online de Liu. “Me alegra ver que nuestros productos se venden bien, pero me preocupa la compra irracional”, explica. No es fácil producir estas sartenes. Se necesitan 18 niveles de calor, los trabajadores soportan altas temperaturas y utilizan martillos de 7,5 kilos.
Este tipo de industria estuvo a punto de desaparecer. Pero gracias al programa A Bite of China se ha salvado. “Los artesanos antes ‘solo’ eran herreros, hoy presumen de lo que hacen”, narraba Liu, que planea con sus socios contratar a jóvenes aprendices. Las autoridades han establecido unos estándares de calidad. La fiebre ya es oficial.