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Una peluquería de Shanghai, convertida en fuente de vida
Qin Kang acondiciona una peluca en su salón de Shanghai.

Una peluquería de Shanghai, convertida en fuente de vida

Un salón de belleza ubicado cerca de un hospital de Shanghai ofrece pelucas para enfermos de cáncer, un halo de dignidad
HE QI - 23 Mar 2018 9:14

Una mujer de unos 50 años entra en una peluquería en el centro de Shanghai, se quita la peluca con naturalidad y se la entrega al dueño. Qin Kang, de 35 años, acondiciona el postizo, se lo vuelve a colocar en la cabeza y examina a su clienta para asegurarse de que cubre por completo la calvicie y se parece lo más posible a pelo natural.

Esta acción se repite cada día en Pinqin Wig, un salón de belleza ubicado frente a la unidad de cáncer de la Universidad de Fudan, en Shanghai. La pérdida de cabello es casi inevitable después de 15 días de algunos tipos de quimioterapia y radioterapia. Muchos pacientes deciden afeitarse y usar peluca antes incluso de empezar el tratamiento.

El salón ofrece servicios de afeitado y de limpieza, peinado y corte de los postizos que vende. Pinqin Wig ejerce también de consigna para guardar equipaje, opera como un mostrador donde recoger informes y almacena medicamentos refrigerados. “Los pacientes de cáncer necesitan más atención”, explica Qin.

Qin era un simple peluquero hasta que en 2014 abrió un salón especializado en pelucas cerca del hospital. “La mayoría de los pacientes están desesperados cuando vienen por primera vez”, cuenta el estilista. “Hago todo lo que puedo para que salgan contentos y tranquilos”.

La prima de Qin, Zhang Dandan, trabaja en el salón: “La mayoría de los clientes son muy sensibles”, asegura. El momento de afeitarlos la cabeza es muy duro. Muchas veces rompen a llorar. “Cuando empecé a trabajar se me hacía muy complicado”, cuenta, “aunque mucho peor es para los pacientes”.

Zhang recuerda a una mujer de unos 40 años que lucía un bonito peinado, “como una supermodelo”, define. No podía costearse la peluca más barata de la tienda, una hecha de material sintético y que costaba 360 yuanes (45 euros). No le quedó más remedio que ofrecer su melena natural a cambio de un descuento de 25 euros.

Cuando el peluquero empezó a afeitarle la cabeza, las lágrimas brotaron de sus ojos. No hace mucho pagaba 125 euros cada vez que iba a la peluquería aunque solo fuera para peinarse; pero años de tratamiento habían mermado sus finanzas y, más aún, su dignidad.

Cada cliente, una historia

Después de tres años con el negocio, Qin dice que ha aprendido a ser lo más comprensivo posible. Para él, detrás de cada compra de cabello postizo hay una historia de vida o muerte.

El estilista recuerda a un padre que quería alquilar una peluca para que su hija pudiera llevarla en la ceremonia de graduación del instituto. Como la familia había gastado sus ahorros en el tratamiento de la hija, no podían comprar una.

Aunque la tienda no ofrece servicios de alquiler, Qin hizo una excepción. Al día siguiente, el padre llevó al local a su hija de 16 años, muy afectada tras meses de terapia. La niña eligió una peluca oscura, se la puso y se sintió bien. Cuando devolvieron el postizo tres días después, Qin le prometió que le haría una personalizada. La joven no volvió a aparecer. Qin confiaba en que hubiera superado la enfermedad.

Mucho más que por imagen

La mayoría de los clientes vienen a la tienda para que les arreglen las pelucas con regularidad mientras su salud se lo permite.

El cáncer es una de las principales causas de muerte en China, con cerca de 10.000 nuevos enfermos por día. El 30,9% de ellos sobreviven cinco años después del diagnóstico. Qin dice que cuando no ve a un cliente por un tiempo, a menudo asume lo peor. Para el estilista, una peluca significa más que mejorar la apariencia de sus clientes, la mayoría de los cuales son mujeres.

“Algunos de los que compran una peluca barata acaban volviendo a por una más cara hecha con cabello de verdad. Lucir pelo es mucho más que una cuestión de imagen, se trata de dignidad”, explica Qin.