El edificio Nanjing, situado en pleno centro de Shanghai, tiene siete pisos y casi 100 años de historia. No obstante, si alguien abriera una ventana y sacara la mano para tomar una foto, el vigilante de seguridad, Fan Tianyu, recibiría al instante una alerta en su pulsera inteligente. Gracias a ello podría localizar al visitante en ese mismo momento y emplazarle a cerrar la ventana. Puesto que el edificio se encuentra en la bulliciosa calle Nanjing, si algún objeto cayera a la vía pública podría herir a cualquiera de los muchísimos peatones que circulan por debajo.
Adelantarse a los problemas
La pulsera de Fan forma parte de un enorme sistema de tecnología avanzada que vela por el buen funcionamiento de todo el inmueble. Basado en el big data, la inteligencia artificial y el 5G, dispone de muchas capas de información y es capaz de detectar múltiples aspectos de la realidad gracias al Internet de las cosas. Mide la afluencia de visitantes, el nivel de ruido y el uso de ascensores y escaleras mecánicas, pero también previene incendios, desinfecta las instalaciones o vigila la eficiencia de las tuberías. En definitiva, es como un médico 24 horas que cuida de toda la estructura.
“Se somete a una observación digital que permite evaluar su estado, detectar problemas y solucionarlos en tiempo real”, relata Wei Tao, gerente del edificio. Alberga en su interior la tienda insignia de Huawei más grande del mundo y, por lo general, está muy concurrido.
A principios de este año, Shanghai se convirtió en la primera ciudad china que se comprometía a impulsar su transformación digital de forma integral. El Centro de Gestión de Operaciones Urbanas de la urbe y la Junta del Distrito de Huangpu aplicaron por primera vez en febrero supervisión inteligente a un edificio de la urbe. Marcó el arranque de un nuevo modelo de gestión urbana, digital e innovadora.
En una ciudad gigantesca como Shanghai, la técnica tradicional de añadir personal extra para cubrir necesidades administrativas ingentes no siempre funciona, observa Xu Huili, directora del Centro de Gestión de Operaciones Urbanas de la urbe. A menudo no se consigue detectar los problemas y peligros potenciales a tiempo, y tampoco atajarlos de forma rápida y correcta, relata. Al fin y al cabo, se trata de una metrópolis con casi 25 millones de habitantes, 47.500 edificios altos y más de seis millones de vehículos, además de 729 kilómetros de líneas de metro o 240.000 ascensores y escaleras mecánicas.
Shanghai, un escaparate de China para el mundo, ha anunciado que aplicará próximamente la gestión urbana inteligente en 100 contextos innovadores, como oficinas, grandes supermercados o centros comerciales. La plataforma que se encarga de implantar esta tecnología en la urbe cuenta ya con 1.700 marcadores que velan por el medio ambiente, el tráfico, las actividades cotidianas, las infraestructuras o los incidentes sociales.
En total, se han integrado en ella 185 sistemas y casi 1.000 aplicaciones inteligentes procedentes de 50 departamentos gubernamentales, mediante las que se puede compartir, intercambiar y analizar datos en tiempo real. Entre otras muchas funciones, esta tecnología permite ya detectar y gestionar grandes atascos o adelantarse a los posibles desperfectos en tuberías cuando hay temperaturas bajo cero.