Los desiertos suelen asociarse con un calor asfixiante, sequedad y condiciones inhóspitas. Sin embargo, el de Badain Jaran, situado en la Liga de Alshaa de la Región Autónoma de Mongolia Interior, desafía cualquiera de estas ideas. Su peculiar paisaje no solo está salpicado de imponentes dunas, claros manantiales y brillantes lagos de color zafiro: quienes viven allí se sienten también profundamente unidos a su tierra.
“Conforme voy cumpliendo años, cada vez estoy más convencido de que este es el mejor lugar para estar”, afirma Alatenggerile, uno de los muchos pastores que se ganan la vida criando ovejas y camellos a orillas del agua. El desierto cuenta con 144 lagos que, además de albergar una exuberante vegetación y una rica vida salvaje, dibujan paisajes oníricos. El de Yinderitu, con sus 108 manantiales y un agua famosa por su pureza, es el más célebre. El espectacular lago Daghtu, de color rosa debido a sus sales minerales, tampoco pasa desapercibido.
Pero Badain Jaran, el segundo mayor desierto errante de China, esconde aún más rarezas. En su interior se alzan diversos templos antiguos. El budista de Badain Jaran, de 1755, se conoce como la Ciudad Prohibida del desierto.
Aquí se encuentra también el pico Bilutu, de 1.611 metros de altitud y 500 de altura relativa, la duna más prominente del mundo. Sus montañas de arena se elevan tanto que provocan un misterioso sonido al entrar en contacto con el viento. La zona limítrofe de Baoritaolegai, que combina picos escarpados con grandes dunas, recibe el nombre de Reino de las Arenas Cantoras. Lagos, manantiales, templos, megadunas y arenas sonoras conforman las Cinco Maravillas del lugar.
Por todo ello, y tras siete años de esfuerzos, la Unesco incluyó el pasado 26 de julio al Desierto de Badain Jaran: Torres de Arena y Lagos en su lista de Patrimonio de la Humanidad. El reconocimiento, que se otorgó en la 46ª sesión del comité, celebrada en Nueva Delhi, sienta las bases para investigar con mayor profundidad las megadunas y preservar los lagos que se encuentran entre ellas.
Un paso adelante
El nuevo estatus del desierto no solo permitirá que se conserve el entorno natural, sino también que se gestione de manera sostenible y que se protejan sus formas de vida. La labor de los pastores, por ejemplo, está íntimamente ligada al ecosistema del desierto y se considera indispensable para su conservación.
“El pastoreo puede mejorar el paisaje y atraer más turistas”, asegura el profesor Kyung-sik Woo, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que estuvo estudiando las rutinas del colectivo en verano. “Estas personas forman parte de la naturaleza y están integradas en ella, por lo que debemos protegerlas de la misma manera y no ponerles restricciones”, afirma.
Son buenas noticias para Alatenggerile, que pertenece a una familia dedicada al cuidado de rebaños desde hace generaciones. “Nos alegramos cuando supimos que íbamos a poder quedarnos e impulsar el turismo”, relata. Considera que el nombramiento de la Unesco es “un paso adelante”, que atraerá visitantes y conducirá la región a “un futuro mejor”.
Con la mejora del transporte de los últimos años, ha crecido el número de personas que acuden a conocer el desierto, lo que ha llevado a algunos pastores a ingresar en la industria turística. El propio Alatenggerile trabaja como guía en temporada alta, lo que le permite ganar 60.000 yuanes (7.700 euros) más al año.
El nombramiento de la Unesco es también un reconocimiento a la lucha contra la desertificación que se lleva a cabo en la Bandera Derecha de Alshaa, un punto clave para evitar que Badain Jaran se funda con el desierto de Tengger.
Estos esfuerzos se enmarcan dentro de un programa mucho más amplio que China lleva desarrollando años para detener el avance de la arena en trece de sus provincias, el Programa de la Franja Forestal Protectora de los Tres Nortes. Según Dong Zhibao, de la Universidad Normal de Shaanxi, controlar las dunas permite no solo conservar el patrimonio, sino hacer que la convivencia de los seres humanos con la naturaleza sea más armoniosa.