Shangri-La es un valle escondido en algún lugar de China. Está custodiado por una montaña nevada con forma de cono perfecto y un monasterio de lamas que lo vigila desde lo alto. Quien tiene la suerte de encontrarlo accede a una vida extraordinariamente larga y al secreto que conduce a la paz interior.
El nombre de este mítico rincón del planeta, que en Occidente se asocia con el summun de la mística oriental, procede en realidad de la imaginación del escritor inglés James Hilton, que lo describió por primera vez en su novela Horizontes perdidos (1933). Cuenta la historia de Hugh Conway, un diplomático inglés que es secuestrado junto a otras tres personas en un avión que despega de Afganistán y que, tras sufrir un accidente, acaba aterrizando de emergencia en las montañas de Kunlun, en Xinjiang, al oeste de China. Allí un grupo de maestros budistas rescata al grupo y lo conduce hasta Shangri-La, donde cada uno encuentra la plenitud a su manera. Si se van, resulta imposible volver.
La mano de Hollywood
Éxito de ventas, Horizontes perdidos fue el primer libro de gran tirada que se publicó en bolsillo. También tuvo su versión cinematográfica en 1937, que ganó dos Oscar y dirigió Frank Capra. Por aquel entonces, muchos empezaron a buscar Shangri-La en los mapas, incluidos los gerifaltes de la Alemania nazi, que destinaron a ello una expedición en 1938.
Pero si se pregunta a los chinos dónde está Shangri-La, muchos no señalan Xinjiang, donde lo ubica la novela, sino el norte de Yunnan, a 2.000 kilómetros. El botánico austriaco-estadounidense Joseph Rock exploró esta provincia y la de Sichuan en 1920 y 1930 y publicó en la revista National Geographic sus viajes, en los que muchos creen que se inspiró Hilton.
“Nunca se ha desvelado cuál es el lugar que se describe en Horizontes perdidos, pero sabíamos que estaba por la zona de Muli”, afirma Xuan Ke, que además de este condado de Sichuan baraja como ubicaciones los de Zhongdian y Adunzi, en Yunnan, todos colindantes. Quien habla es el hijo de la secretaria de Rock, que hoy tiene 91 años. Su madre gestionó la traducción al mandarín de la novela en los setenta, pero él fue el primero que detectó similitudes geográficas entre el libro de Hilton y los artículos de Rock. Otros, como el alpinista Ted Vail, lo investigarían luego más a fondo.
No obstante, Hilton nunca citó al explorador entre sus fuentes, sino a Abbé Huc, un misionero francés que viajó por la región tibetana en 1844. Ya en sus diarios mencionaba el reino místico de Shambhala, un lugar legendario oculto en el Himalaya donde es posible acceder a la fuente de la sabiduría y la espiritualidad. Esto explica aspectos ideológicos que Hilton vierte en su libro y refuerza la tesis de que Shangri-La se encuentra en las montañas de Kunlun, enclave que coincide con la ruta que hizo Huc.
"La montaña más bella de la tierra"
Pese a que los debates continúan abiertos, nadie parece dudar de que el pico que custodia el monasterio de los lamas en Horizontes perdidos es en realidad la montaña sagrada de Yangmaiyong, en Sichuan. Rock la describió como “una pirámide incomparable, la más hermosa que jamás había visto”. Hilton, como “la montaña más bella de la Tierra, un cono de nieve tan perfecto que parece dibujado por un niño”. Bastantes coincidencias.
Tan grande es el afán por encontrar el auténtico Shangri-La, que muchas localidades y condados chinos de la zona compitieron entre sí por capitalizar el nombre y atraer de esta manera al turismo. Lo consiguió la ciudad de Zhongdian, en Yunnan, rebautizada así en 2001, aunque Rock no la pisó hasta después de publicado el libro.
En la actualidad, el misterio continúa envolviendo este lugar mágico. Pese a las inconsistencias geográficas de los relatos, parece que las expediciones de Rock contribuyeron a alumbrar el mito. Entre tanta incertidumbre existe una certeza: Hilton escribió su ficción en Woodford (Inglaterra) y jamás viajó al oeste de China.