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Todas las caras de China
Zhan, con unos abuelos tártaros y su nieto en 2006. La foto fue tomada en Qitai, Región Autónoma Uygur de Xinjiang.

Todas las caras de China

El fotógrafo Zhan Rencai recorrió 300.000 kilómetros en siete años para retratar la diversidad étnica de su país. Su valioso archivo pertenece hoy a un museo de Beijing
TIAN XUEFEI Y ZHOU HUIYING - 28 Mar 2019 21:27

Zhan Rencai conoce como pocos la diversidad humana de la China profunda. Este fotógrafo de 57 años ha pasado siete de ellos recorriendo el país de punta a punta para retratar a los distintos grupos étnicos que habitan en él. Desde los tártaros hasta los bai pasando por los miao. En total, más de 300.000 kilómetros de viaje con la cámara al hombro.

Aquella aventura, en la que se embarcó de 2003 a 2009, le permitió inmortalizar el día a día de comunidades aisladas y regresar con más 40.000 fotografías. Disparó en analógico para que las imágenes fueran más realistas y el año pasado donó los negativos al Museo de Culturas Étnicas de la Universidad Minzu de China, en Beijing.

“El progreso está facilitando el contacto entre estas comunidades y el mundo exterior. Es algo bueno para ellos, pero a la vez deben arreglárselas para conservar su identidad en el mundo moderno”, explica Zhan, que renunció a la fotografía digital con el objetivo de que sus archivos se conservaran mejor y no pudieran modificarse. Los carretes e impresiones se comieron la mayoría de su presupuesto y, para conseguir los más de 105.000 euros que invirtió en su proyecto, por el camino tuvo que vender su casa. No fue el único de los obstáculos que tuvo que sortear. También conoció la escasez de comida en las zonas de montaña, transitó por carreteras muy mal acondicionadas y tuvo que caminar decenas de kilómetros por el monte cargando con un equipo de 20 kilos para llegar a pueblos remotos. “Aun así, lo más difícil fue comunicarme bien con los locales, a menudo desconfiados”, relata Zhan.

Más de 500 aldeas

La vocación de este fotógrafo natural de Mudanjiang, provincia de Heilongjiang, empezó a forjarse mucho tiempo antes de emprender este proyecto. Tras hacer el servicio militar, en 1990 entró en contacto con la disciplina al comenzar a trabajar en el departamento de comunicación de la empresa de ferrocarril de su ciudad natal.

Durante la siguiente década inmortalizó los grandes cambios de la red de trenes china, que en aquella época se transformaba a toda velocidad, y en 1998 invirtió casi todos sus ahorros en una nueva cámara. “Por aquel entonces, con ese dinero podría haberme comprado un piso de 200 metros cuadrados en Mudanjiang”, recuerda Zhan, que inicialmente había pensado invertir esa cantidad en un apartamento.  

Vivendas tradicionales en un pueblo de la etnia miao, en la provincia de Guizhou. ZHAN RENCAI / PARA CHINA DAILY

La idea de retratar a los grupos étnicos de china le llegó en 2003, cuando le encargaron fotografiar las líneas férreas del país con motivo de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Puesto que su condición de empleado ferroviario le permitía viajar gratis, aprovechó para fotografiar al mismo tiempo las comunidades que iba encontrando a su paso.

Antes de partir pasó ocho meses documentándose. “Consulté información sobre el paradero de las distintas etnias, así como sus costumbres, su cultura y los cambios que habían sufrido a lo largo de la historia”, relata Zhan, que centró su reportaje en las tipologías de viviendas que vio. Retrató cuevas, tiendas de campaña o casas de tierra, piedra y madera. Según afirma, los alojamientos “dicen mucho sobre los cambios que se han producido en el país, y sobre el equilibrio que existe entre el hombre y la naturaleza”.

Zhan acabó visitando más de 500 aldeas de 50 regiones, de las que dejó más un millón de palabras por escrito y 22 diarios de sus sesiones fotográficas. Hoy sueña con mostrar a su hija de 5 años la China que él descubrió. Quiere hacerlo antes de que la identidad de estos pueblos se diluya a la luz del progreso. Por eso este mismo mes está preparando un viaje para llevarla a conocer la etnia She, asentada entre las provincias orientales de Jiangsu y Zhejiang.

“Casi ninguno de mis amigos entendió que donara los negativos al museo”, cuenta Zhan, para quien es importante que permanezcan allí como un registro de la diversidad del país. “Me aconsejaron que le dejara las fotos a mi hija, pero creo que el mejor regalo que puedo hacerle es que repita conmigo el viaje”, explica. “Espero que nos dé tiempo a visitar todas las comunidades antes de que empiece la universidad”.